miércoles, 17 de agosto de 2011

A LOS HERMANOS


¡Has pasado por tantas cosas en tu vida! y no siempre podemos decir que hayan sido buenas. Guardas en el recuerdo muchas tristezas, amargura y soledad.

¡Ya déjalas volar, ya no te servirán! Tienes, a pesar de tantos desconsuelos pasados,
un gran camino por delante. Dios espera tanto de ti...

Tienes más de lo que imaginas, no sabes cuántos lo quisieran tener.

Nunca te han querido prestar la atención necesaria y han tratado de subestimar tus enormes capacidades, sin embargo no han podido quitarte el tesoro más grande que guardas en tu alma: aquel legado que nació en los cielos y se plasmó en tu cuerpo.

No tengas miedo al futuro, confía en tus propias fuerzas porque tienes un poder que no todavía no haz desplegado.

No te dejes vencer en ningún momento, tan solo si es necesario, apártate del camino y no te expongas a los golpes gratuitos de los que no quieren tu evolución.

Traza el camino de oro desde tus raíces, desde tu pasado, para proyectar el porvenir con toda sabiduría y no desdeñes nunca lo adquirido en los nuevos tiempos, sopésalos en la balanza, en su justa medida, que te dará el sentido común, intégralos con arte y sagacidad para aprovechar mejor los secretos de la vida y el destino.

Recuerda que siempre habrá alguien que se crea más grande que tú y tal vez tenga una hora de poder en la que demuestre orgullosamente superioridad, pero piensa
siempre que todo es momentáneo. Nadie, salvo Dios es inefable.

Cultiva el buen trato hacia tus cosas, tus hermanos y tu pueblo. Cuando el tiempo sea adverso y todo sea dificultad, depresión y dolor, modifica tu medio ambiente con amor, comprensión y voluntad.

¡Modifícalo a través de la belleza!

No acumules lamento y autocompasión, porque esto con el tiempo se transforma en orgullo y soberbia.

Si todos lo hicieran y se respetaran entre si, entonces el camino ascendente de la evolución se abrirá acompañado con el canto de los ángeles.

No compitas ni trates de imponerte a tus hermanos movido por la vanidad o el egocentrismo, no busques que te idolatren como otros quisieron hacer que tu hicieras con ellos.

No respondas a los golpes con otros golpes, pues esto solo te enredará en eternas disputas, las que en definitiva nunca han beneficiado a nadie.

Tu poder debe basarse en la buena educación y la sabiduría, en la suavidad exterior y en una fortaleza de acero en tu alma.

No te doblegues jamás ante los intereses mezquinos de quienes intentan contagiarte de egoísmos paralizantes y orgullos fatuos.

Cuando te identifiques con el alma de tus hermanos, aún con sus diferencias, te comprenderás y te complementarás en una sola alma vibrante de amor, inteligencia y armonía, entonces encontrarás la verdad y la fidelidad.

Entonces encontrarás el secreto de la felicidad y la vida eterna.

Y la vara de hierro Dios la pondrá en tus manos para que junto a tus hijos hagas, nuevamente... un paraíso en la tierra.