Hace
mucho tiempo existieron unas extrañas y maravillosas criaturas que poseían el
cuerpo como los caballos más hermosos de la tierra, y, además, un mágico cuerno
en el centro de su frente. Estas criaturas, llamadas unicornios, eran de color
blanco y se cree que procedían de tierras indias.
Los
unicornios debían albergar tanta magia, que no podía verlos cualquier persona
que quisiera, sino que, al contrario, eran muy pocos los afortunados que tenían
el privilegio de llegar a observarlos. Aquellos que llegaban a hacerlo eran las
personas que tenían un corazón bueno y puro, cualidades que eran muy fácilmente
rastreabler por los unicornios.
Los
cuernos de los unicornios tenían propiedades sanatorias y curativas, y eran tan
poderosos que se dice que podían llegar a curar enfermedades muy peligrosas y
mortales. Incluso, muchos llegaron a decir que contenían los ingredientes
necesarios para alcanzar la eterna juventud.
Precisamente
por todas aquellas razones, la existencia de un unicornio dependía en su
totalidad del mágico cuerno de su frente, y si llegaban a perderlo su destino
era la muerte.
En la
Edad Media, sabedores de las propiedades del cuerno de los unicornios, muchos
cazadores se adentraron en los bosques para dar caza a estos enigmáticos seres,
con tan mala fortuna, que terminaron abocando a los unicornios a su
desaparición. Muy inteligentes, y como los unicornios eran seres tan solitarios
y solo dejaban verse por las personas buenas, aquellos temibles cazadores se
aprovechaban de las personas de corazón puro para capturar a los unicornios y
apresarles en busca de sus cuernos.
Tras su
triste desaparición, la magnificencia y bondad de aquellos seres dejó en la
historia su recuerdo como símbolo de la fuerza, de la libertad, del valor, de
la bondad y, sobre todo, del poder de la magia que reside en las personas de
gran corazón.