La felicidad puede construirse de muy
diversas formas.
Ya sea en soledad o al lado del ser
amado, esta emoción positiva y gratificante parte siempre de un lugar muy
específico y casi mágico: nuestro cerebro emocional.
Por este motivo debemos tener claro un
aspecto esencial: estar junto a alguien que queremos es algo maravilloso pero,
en ocasiones, incluso teniendo la mejor pareja del mundo, si no estamos bien
con nosotros mismos, la felicidad completa nunca será posible.
El bienestar, el equilibrio y la
alegría deben nacer siempre de nuestro interior. La paz de nuestro corazón
sintiéndose bien con todo lo que somos y tenemos es el mejor camino hacia la
felicidad, ya sea en soledad o en compañía.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
La felicidad es un sendero interior
En las últimas décadas si hay un tema
cada vez más buscado en las librerías es el referente al crecimiento personal o
a cómo construir nuestra felicidad en estos tiempos difíciles.
Sin duda, resulta curioso cómo a
medida que avanza la sociedad, en cuanto a recursos y tecnologías, más acontece
ese sentimiento de vacío interior, de soledad y de tristeza.
Queda claro que cada persona es un
mundo, y que todos tenemos nuestros universos personales donde intentar ser
felices, pero este tipo de malestar donde, en ocasiones, tenemos la clara
sensación de que nunca alcanzaremos la felicidad, es casi un sentimiento
constante.
Un libro recomendable sobre este tema
y que nos puede invitar a reflexionar es “Se puede ser feliz en Alaska“.
Enfocado desde la psicología cognitiva, nos ayuda de una forma lúdica y
práctica a afrontar situaciones tan complejas como el estrés, la depresión o la
ansiedad.
Las personas fueron creadas para ser
amadas, las cosas, por su parte fueron creadas para ser usadas. La razón por la
que el mundo está en caos es porque las cosas están siendo amadas, y las
personas usadas.
“Se puede ser feliz en Alaska” -Rafael
Santandreu-
Un presente sin miedo
La felicidad es, ante todo, carencia
de miedo.
A pesar de que esta emoción tenga una
utilidad evolutiva imprescindible, la de hacer que evitemos todo aquello que
nuestro cerebro procesa como algo peligroso, el miedo viene en ocasiones desde
dimensiones un poco más sutiles:
Miedo a la soledad.
Miedo a no ser amados como nosotros
queremos.
Miedo a no alcanzar los objetivos que
nos proponemos cada día.
Miedo a no ser como los demás esperan
que seamos.
Miedo a que las cosas cambien -o a que
no cambien-.
Miedo a perder determinas cosas,
determinadas personas.
Todo ello son situaciones que, sin
duda, nos son muy conocidas. Así pues, el primer paso para construir esa
felicidad interior es racionalizar el miedo, comprenderlo y empequeñecerlo.
Una forma de conseguirlo es
precisamente fortaleciendo nuestra autoestima y evitando estar tan “apegados” a
cosas o personas.
Aprende a caminar ligero
Caminar ligero no quiere decir en
absoluto que no debamos tener a nadie a nuestro lado. Al contrario. Pocas cosas
son tan maravillosas como llevar de la mano a nuestra familia, a nuestra
pareja, a esos amigos que son tesoros en nuestro corazón.
Ahora bien, esos compañeros de vida
deben permitirnos, a su vez, “caminar ligeros”. Quien gusta de colocarse sobre
nuestra espalda para recordarnos nuestros fallos, para susurrarnos por dónde
debemos ir y qué senderos evitar no favorece nuestro crecimiento ni nuestra
felicidad.
Caminar sin pesos es saber dejar a un
lado lo que hace daño, lo que veta nuestra autoestima e identidad.
Avanzar en libertad implica también
saber cuáles son nuestras prioridades. Este es un ejercicio de reflexión que te
invitamos a llevar a cabo ahora mismo.
Una vez conocemos qué es lo más
importante para nosotros, basta con luchar por ello. Todo lo demás es
secundario.
El amor propio es una relación que
debe durar toda la vida
La felicidad es un estado que viene y
va, lo sabemos.
Entendemos también que lo fundamental
es disponer de ese equilibrio interno donde los pensamientos armonicen con
nuestras emociones y a su vez, con las acciones que llevamos a cabo cada día.
Este mecanismo perfecto donde mente y
emociones van de la mano para ser tranquilos creadores de nuestra realidad
parte también de un constructo psicológico esencial: el amor propio.
El amor propio es ese vínculo fabuloso
que nos une a nosotros mismos y no al lado de nadie. Los demás no son quienes
para decirte cuándo debes ser feliz y cuándo no de acuerdo a sus caprichos.
Somos nosotros mismos los que debemos
luchar cada día por nuestro bienestar haciendo uso del amor propio.
Cuando una persona está bien consigo
misma, cuando apaga sus miedos y siembra de ilusiones su horizonte, entonces la
felicidad parte de su interior para abrazar a quienes tiene a su alrededor.
Es algo que vale la pena propiciar.