miércoles, 15 de junio de 2016

LA FELICIDAD DEBE NACER DE TU INTERIOR, NO AL LADO DE NADIE.




 Para alcanzar la felicidad, en primer lugar, debemos estar en paz y a gusto con nosotros mismos. A partir de ahí podremos propiciar este estado en todo aquello que emprendamos.
La felicidad puede construirse de muy diversas formas.
Ya sea en soledad o al lado del ser amado, esta emoción positiva y gratificante parte siempre de un lugar muy específico y casi mágico: nuestro cerebro emocional.
Por este motivo debemos tener claro un aspecto esencial: estar junto a alguien que queremos es algo maravilloso pero, en ocasiones, incluso teniendo la mejor pareja del mundo, si no estamos bien con nosotros mismos, la felicidad completa nunca será posible.




El bienestar, el equilibrio y la alegría deben nacer siempre de nuestro interior. La paz de nuestro corazón sintiéndose bien con todo lo que somos y tenemos es el mejor camino hacia la felicidad, ya sea en soledad o en compañía.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
La felicidad es un sendero interior
En las últimas décadas si hay un tema cada vez más buscado en las librerías es el referente al crecimiento personal o a cómo construir nuestra felicidad en estos tiempos difíciles.
Sin duda, resulta curioso cómo a medida que avanza la sociedad, en cuanto a recursos y tecnologías, más acontece ese sentimiento de vacío interior, de soledad y de tristeza.
Queda claro que cada persona es un mundo, y que todos tenemos nuestros universos personales donde intentar ser felices, pero este tipo de malestar donde, en ocasiones, tenemos la clara sensación de que nunca alcanzaremos la felicidad, es casi un sentimiento constante.
Un libro recomendable sobre este tema y que nos puede invitar a reflexionar es “Se puede ser feliz en Alaska“. Enfocado desde la psicología cognitiva, nos ayuda de una forma lúdica y práctica a afrontar situaciones tan complejas como el estrés, la depresión o la ansiedad.
Las personas fueron creadas para ser amadas, las cosas, por su parte fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos es porque las cosas están siendo amadas, y las personas usadas.

“Se puede ser feliz en Alaska” -Rafael Santandreu-


Un presente sin miedo
La felicidad es, ante todo, carencia de miedo.
A pesar de que esta emoción tenga una utilidad evolutiva imprescindible, la de hacer que evitemos todo aquello que nuestro cerebro procesa como algo peligroso, el miedo viene en ocasiones desde dimensiones un poco más sutiles:
Miedo a la soledad.
Miedo a no ser amados como nosotros queremos.
Miedo a no alcanzar los objetivos que nos proponemos cada día.
Miedo a no ser como los demás esperan que seamos.
Miedo a que las cosas cambien -o a que no cambien-.
Miedo a perder determinas cosas, determinadas personas.
Todo ello son situaciones que, sin duda, nos son muy conocidas. Así pues, el primer paso para construir esa felicidad interior es racionalizar el miedo, comprenderlo y empequeñecerlo.
Una forma de conseguirlo es precisamente fortaleciendo nuestra autoestima y evitando estar tan “apegados” a cosas o personas.
Aprende a caminar ligero
Caminar ligero no quiere decir en absoluto que no debamos tener a nadie a nuestro lado. Al contrario. Pocas cosas son tan maravillosas como llevar de la mano a nuestra familia, a nuestra pareja, a esos amigos que son tesoros en nuestro corazón.
Ahora bien, esos compañeros de vida deben permitirnos, a su vez, “caminar ligeros”. Quien gusta de colocarse sobre nuestra espalda para recordarnos nuestros fallos, para susurrarnos por dónde debemos ir y qué senderos evitar no favorece nuestro crecimiento ni nuestra felicidad.
Caminar sin pesos es saber dejar a un lado lo que hace daño, lo que veta nuestra autoestima e identidad.
Avanzar en libertad implica también saber cuáles son nuestras prioridades. Este es un ejercicio de reflexión que te invitamos a llevar a cabo ahora mismo.


Una vez conocemos qué es lo más importante para nosotros, basta con luchar por ello. Todo lo demás es secundario.
El amor propio es una relación que debe durar toda la vida
La felicidad es un estado que viene y va, lo sabemos.

Entendemos también que lo fundamental es disponer de ese equilibrio interno donde los pensamientos armonicen con nuestras emociones y a su vez, con las acciones que llevamos a cabo cada día.
Este mecanismo perfecto donde mente y emociones van de la mano para ser tranquilos creadores de nuestra realidad parte también de un constructo psicológico esencial: el amor propio.
El amor propio es ese vínculo fabuloso que nos une a nosotros mismos y no al lado de nadie. Los demás no son quienes para decirte cuándo debes ser feliz y cuándo no de acuerdo a sus caprichos.
Somos nosotros mismos los que debemos luchar cada día por nuestro bienestar haciendo uso del amor propio.
Cuando una persona está bien consigo misma, cuando apaga sus miedos y siembra de ilusiones su horizonte, entonces la felicidad parte de su interior para abrazar a quienes tiene a su alrededor.
Es algo que vale la pena propiciar.