Los cuentos del conejo son populares
no sólo en Estados Unidos sino también en otras partes del Nuevo Mundo. Este
animalito es un personaje astuto, travieso y alegre. Le gusta burlarse de los
otros animales, grandes y pequeños, especialmente del coyote de México. Aunque
es un pícaro, el conejo es generalmente el héroe de todos los cuentos. Esta
leyenda es de origen maya.
Una vez, hace miles de años, el conejo
tenía las orejas muy pequeñas, tan pequeñas como las orejas de un gatito. El
conejo estaba contento con sus orejas, pero no con el tamaño de su cuerpo. Él
quería ser grande, tan grande como el lobo o el coyote o el león. Un día cuando
iba saltando por los campos, el conejo vio al león, rey de los animales, cerca
del bosque.
-¡Qué grande y hermoso es!- dijo el
conejo. -y yo soy tan pequeño y feo.
El conejo estaba tan triste que se
sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar amargamente.
-¿Qué tienes, conejito? ¿Por qué
lloras?- preguntó la lechuza que vivía en el árbol.
-Lloro porque quiero ser grande, muy
grande- dijo el conejito.
La lechuza era un ave sabia. Cerró los
ojos por dos o tres minutos para pensar en el problema y luego dijo:
-Conejito, debes visitar al dios de
los animales. Creo que él puede hacerte más grande.
-Mil gracias, lechuza sabia. Voy a
visitarlo ahora respondió el conejo. Y fue saltando hacia la colina donde vivía
el dios.
-Buenos días. ¿Cómo estás?- dijo el
dios de los animales cuando vio al conejito.
-Buenos días, señor. Estoy triste
porque soy tan pequeño.
Su majestad, ¿podría hacerme grande,
muy grande?
-¿Por qué quieres ser grande?-
preguntó el dios con una sonrisa.
-Si soy grande, algún día yo, en vez
del león, puedo ser rey de los animales.
-Muy bien, pero primero tienes que
hacer tres cosas difíciles. Entonces voy a decidir si debo hacerte más grande o
no.
- ¿Qué tengo que hacer?
-Mañana tienes que traerme la piel de
un cocodrilo, de un mono y de una culebra.
-Muy bien, señor. Hasta mañana.
El conejo estaba alegre. Fue saltando,
saltando hacia el río. Aquí vio a su amigo, el pequeño cocodrilo.
-Amigo cocodrilo, ¿podrías prestarme
tu piel elegante hasta mañana? La necesito para ...
-Para una fiesta, ¿no?- dijo el
cocodrilo antes de que el conejo pudiera decir la verdad.
-Sí, Sí- respondió rápidamente el
conejo.
-¡Ay, qué gran honor para mí! Aquí la
tienes.
Con la piel del cocodrilo, el conejo
visitó al mono y a la culebra. Cada amigo le dio al conejo su piel para la
fiesta.
Muy temprano a la mañana siguiente, el
conejo fue despacio, muy despacio, con las pieles pesadas ante el dios de los
animales.
-Aquí estoy con las pieles- gritó
felizmente el pequeño conejo.
El dios estaba sorprendido. Pensó:
«¡Qué astuto es este conejito!» Pero en voz alta dijo:
-Si te hago más grande, puede ser que
hagas daño a los otros animales sin quererlo. Por eso voy a hacer grandes
solamente tus orejas. Así puedes oír mejor y eso es muy útil cuando tus
enemigos estén cerca.
El dios tocó las pequeñas orejas del
conejo y, como por arte de magia, se le hicieron más grandes. El conejo no tuvo
tiempo de decir nada, ni una palabra.
-Mil gracias, buen dios. Usted es
sabio y amable. Ahora estoy muy feliz- dijo el conejo. Y fue saltando, saltando
por los campos con las pieles que devolvió a sus amigos con gratitud.
La lechuza le dijo al conejo:
-Buenos días, amigo mío. Eres muy
hermoso. Y para ti es mejor tener las orejas grandes que el cuerpo grande.
Con mucha dignidad, el león dijo:
-La lechuza tiene razón.
Y desde aquel día el conejo vivió muy
contento con su cuerpo pequeño y sus orejas grandes.