Se estima que cada año más de 1,3
millones de toneladas de alimentos van a parar a la basura, mientras que en
muchos lugares mueren por desnutrición y hambre.
Durante muchos años se ha luchado por
disminuir esa cifra, pero los resultados de los estudios demuestran que aún hay
una pérdida anual significativa.
La principal crítica contra los
grandes distribuidores es que muchas veces dejan perder una parte importante de
sus alimentos en lugar de donarlos para los más necesitados.
Por esta razón, desde mediados del año
pasado en Francia, un hombre de 35 años llamado Arash Derambarsh propuso la
iniciativa de crear una ley para impedir que los supermercados desechen
alimentos que no vendan.
La idea de Arash sugiere que, en lugar
de desperdiciar, los establecimientos hagan donaciones a organizaciones
benéficas y bancos de alimentos para que ellos los distribuyan entre quienes lo
necesitan.
Tras una campaña multitudinaria
apoyada por compradores y activistas que luchan contra la pobreza, el Senado
Francés aprobó por unanimidad la ley que beneficiará a miles de personas sin
hogar.
Francia, el primer país del mundo en
aplicar esta ley
La decisión del Senado Francés
convirtió a Francia en el primer país del mundo que prohíbe a los supermercados
el desperdicio o destrucción de comida.
Los establecimientos de más de 400
metros cuadrados tendrán la obligación de firmar contratos de donación con
entidades benéficas pues, de no hacerlo, tendrán que abonar una multa de 75 000
euros o dos años de prisión.
La noticia ha alegrado a los
promotores de las organizaciones benéficas, pues aseguran que esto les ayudará
a aumentar la calidad y diversidad de los alimentos que reciben para
distribuir.
Jacques Bailet, jefe de la red de
bancos de alimentos francesa, expresó que espera que la medida sirva para
incrementar la donación de frutas, verduras y carnes que, en términos
nutricionales, son el mayor déficit que tienen ahora.
Los responsables de la recogida y el
almacenamiento de todos los alimentos serán los bancos y organizaciones
benéficas registradas, que esperan también aumentar el personal para hacer más
efectivo el manejo de la nueva afluencia de alimentos.
Muchos de estos serán entregados en
comedores comunitarios y centros adecuados, en lugar de ser repartidos en las
calles.
La ley también castigará a los
supermercados que echen a perder las comidas a propósito, una práctica que ha
incrementado en muchos establecimientos con el fin de evitar que las personas
que hurgan en la basura coman de sus contenedores.
Y es que, por desgracia, en los
últimos años ha aumentado el número de familias, estudiantes y personas sin
empleo que buscan en los basureros aquellos productos que aún son aptos para el
consumo y que han sido tirados por estar próxima su fecha de consumo
preferente.
El inconveniente es que en muchos
lugares rocían con lejía los alimentos que se tiran para, según ellos, evitar
intoxicaciones alimentarias por ingerirlos en estas condiciones.
Por su parte, hay quienes los
almacenan en bodegas privadas donde luego los recolectan los camiones de la
basura.
Los próximos retos de las
organizaciones benéficas…
Con este primer logro alcanzado, las
organizaciones benéficas se preparan para cumplir con los retos que vienen a
partir de ahora.
El primero será encontrar más
voluntarios dispuestos a colaborar con el manejo y distribución de los
alimentos. También necesitarán más camiones, depósitos y refrigeradores que
permitan atender al incremento de las donaciones.
Por otro lado, el principal objetivo
será persuadir a la UE para que consideren decretar una medida similar en los
demás Estados miembro.
El desperdicio de comida en Francia
corresponde en un 11% a las tiendas, en un 67% a los consumidores y en un 15% a
los restaurantes; por lo tanto, los promotores de esta iniciativa saben que aún
hay mucho por hacer.
No obstante, con la ley decretada
saben que han dado uno de los pasos más importantes hacia una sociedad más
consciente y sostenible.
Bailet asegura que con tan solo un
incremento del 15% de las donaciones provenientes de supermercados podrán
entregarse 10 millones de platos más de comida al año.
El sueño a largo plazo es que muchos
países del mundo adopten leyes como esta para disminuir el desperdicio pero,
sobre todo, para darles la oportunidad de comer a quienes lo necesitan.
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