El holandés amante de la playa Wim
Kruiswijk acumuló una colección de 1200 mensajes en botellas en el transcurso
de 34 años, y ha respondido casi todos.
Kruiswijk, de 68 años, dice que su
inusual afición comenzó en 1983 cuando encontró tres botellas en su playa
vecina, cada una conteniendo cartas y direcciones de remitente. Escribió a las
tres direcciones, y se sorprendió al recibir respuestas de cada uno. Fue esta
experiencia la que despertó su interés en cazar y recolectar mensajes en
botellas, y no ha dejado de buscarlos desde entonces.
“Encuentro mis mensajes en botellas en
la playa de Zandvoort, donde vivo, y en las islas holandesas”, dijo
recientemente Kruiswijk. “Enviar mensajes en botellas es un sistema de correo
lento. Lleva días, o semanas, o incluso meses encontrar una botella “.
En los primeros años, Kruiswijk
encontraba hasta 50 botellas al año, pero desde el año 2000 se ha reducido a
alrededor de 20-30 hallazgos, principalmente debido a los esfuerzos de limpieza
de playas. El hombre cree que el auge de Internet también ha jugado un papel en
la disminución de mensajes en botellas, y cuenta: “Solía recibir una
respuesta a la mitad de los mensajes que respondía. Ahora es mucho menos,
muchas personas quieren ‘satisfacción instantánea'”.
Kruiswijk es un contador jubilado, y
lo demuestra en su enfoque para cuidar su colección. Guarda los 1200 mensajes
embotellados prolijamente sellados y archivados en folios de plástico. Solo se
guarda las botellas originales, como algunas hermosas botellas ornamentales o
tubos de ensayo.
Lanzar un mensaje en una botella al
mar, una tradición humana de larga data que se remonta a la época del filósofo
griego Teofrasto, alrededor del año 310 AC, que utilizó las botellas para
estudiar las corrientes de agua. Los científicos todavía aplican el método
hasta el día de hoy, como un medio para ayudar a los investigadores a
desarrollar mapas de circulación oceánica, y para realizar estudios científicos
de gran alcance sobre las corrientes oceánicas.
En el pasado, las botellas también se
usaban para enviar mensajes de socorro de marineros varados. También se han
utilizado para homenajes conmemorativos, o para enviar cenizas de seres queridos
en un viaje final. Sin embargo, uno de los usos más comunes es simplemente
enviar invitaciones a potenciales amigos por correspondencia, una noción
pintoresca en estos tiempos modernos, pero, como bien lo muestra Kruiswijk,
sumamente efectiva.
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