jueves, 5 de noviembre de 2009

EL LENGUAJE DEL AMOR


Un padre le obsequió a uno de sus hijos un bello rosal. Se le acercó con amor y le dijo: -Hijo mío, te he entregado un rosal. Puedes visitarlo y encontrar el amor en cada pétalo de cada rosa que he puesto para ti.

Entonces el hombre entró corriendo al terreno, corriendo y gritando… buscando el rosal. Mas no encontraba ni una, ¡ni siquiera una rosa en el terreno!.

Entonces enfurecido gritaba: -¿Dónde están las rosas, me han engañado acaso? Y pisaba muy fuerte y corría. Y era fuerte su temperamento, como fuerte era su paso, como fuerte era su voz. Y no encontraba ni una… ni siquiera una rosa en el terreno.

Entonces se alejó, y buscó en otros terrenos. Y cada vez su furia aumentaba, pues no encontraba ni una… ¡ni siquiera una rosa en los terrenos!.

¡Más alta era su voz!, ¡Más fuerte su lenguaje!… lenguaje separado del amor… Hasta que un día se cansó… se cansó de correr y de pisar fuerte, y su garganta se cansó del grito y del enojo. Y su corazón no resistió, no resistió más la ira.

Entonces el hombre sentado en medio del terreno lloró… Con sus lágrimas inundó el terreno, y con su voz muy… muy apesadumbrada, también lloraba, también lloraba al no encontrar ni una… ¡ni siquiera una rosa en el terreno!. Lloró durante días. El sol salía y secaba las lágrimas.

Mas el hombre volvía a llorar. Hasta que un día, cuando empezó a mirar con sus ojos cansados, más limpios ya sin lágrimas, vio como brotaba un tallito de rosa.

Se acercó muy silencioso y sigiloso y observó, que sí…¡era un botón de rosa! Entonces le dijo: -¿Por qué has esperado tanto para salir?. ¿Si mi padre me regaló, no una, sino un rosal?.

Entonces el botón de rosa le respondió: -Porque has gritado muy fuerte y has pisado muy fuerte, y nosotras las rosas nos hemos asustado con tu enojo. Cuando llegabas al terreno temblábamos…

Temblaban nuestros pétalos y temblaban nuestros tallos, y nos enterrábamos nuevamente para que no nos lastimaras con tu ira.

Si quieres que broten las rosas… encuentra el lenguaje del amor.
Ese lenguaje que no grita…
Ese lenguaje que no hiere…
Ese lenguaje que no ofende…
Ese lenguaje que no insulta…
Ese lenguaje que no pronuncia palabras tan duras…
Ese lenguaje que solo dice: ¡Te amo!…

Te amo infinitamente. Te amo porque sí… y ¡acepto el amor que suavemente brota para ti!

El hombre entendió… y habló bajito. Y encontró los más bellos versos, que hicieron grandes poemas. Y después encontró otros, que hicieron dulces cantos.Y con su suave voz cantó al terreno… y cantaba y cantaba… ¡más!, no tenía apuro. No le importaba si había aparecido un solo botón, pues con su dulce canto, celebraba el poder estar apreciando aunque fuera un pétalo de rosa.

Después de cantar y hacer los poemas, de pronto miró a su alrededor y estaba en medio de ¡tantas y tantas y tantas rosas de colores! que ni siquiera el hombre podría contarlas, pues era ese número infinito, ese número que se encuentra con Dios y se hace interminable.

Y el terreno fue bello, y las rosas no murieron… ¡fueron rosas eternas!. Pues el suave lenguaje del amor les alimentaba como el mejor de los abonos. Y cada vez eran más coloridos los pétalos y cada vez era más y más bello el terreno.

El enojo y la dureza no alimentan los terrenos. Es el amor el mejor abono para que las rosas broten sin temor… y hagan un bello paraíso del camino por el cual tú pisas en ascenso de tu alma.

¡NO TE RESISTAS AL DULCE LENGUAJE DEL AMOR…

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