Dicen: «Cosechas lo que siembras». Si somos infelices,
únicamente quiere decir que hemos estado sembrando infelicidad. No hay nadie
más que te cree la infelicidad. Por supuesto, hay un lapso de tiempo entre que
siembras y que recoges, y debido a ese lapso pensamos que otra persona es la
responsable. El lapso nos engaña.
Asume toda la responsabilidad de tu vida. Es desagradable sentirse responsable de ella. Si no hay más que angustia asumir su responsabilidad. Al principio cuesta aceptar, «soy la causa de mi propio infierno», pero solo al principio. Pronto comienzan a abrirse puertas de transformación porque si soy el responsable de mi infierno, también podré crear mi cielo. Si me he creado a mí mismo tanta angustia, también me podré crear el mismo éxtasis. La responsabilidad produce libertad y la responsabilidad conlleva creatividad.
En el momento en que ves que todo lo que eres es creación tuya te liberas de todas las causas y circunstancias exteriores. Ahora depende de ti: puedes cantar una canción maravillosa, puedes bailar una danza maravillosa, puedes vivir una vida de celebración, tu vida puede ser un festival constante; nadie puede disturbarla. Esa es la dignidad humana. Dios respeta enormemente a los individuos, y una persona solo se convierte en individuo cuando asume toda la responsabilidad de sí mismo.
OSHO Zen / Meditaciones para acabar el día
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