Es la madre de todos los dioses del
panteón azteca, una de las principales deidades que trajo ese pueblo al
inmigrar al Valle de México. Es una forma de la diosa de la tierra, madre de
Huitzilopochtli el dios del sol y de la guerra. Las representaciones de
Coatlicue muestran la parte mortífera de esa diosa porque la tierra, aparte de
madre bondadosa de cuyo seno nace todo lo vegetal, es el monstruo insaciable
que devora todo loque vive, eso sin contar con que también los cuerpos celestes
desaparecen tras ella.
Sin embargo, la imagen colosal de
Coatlicue, originaria de La Casa Negra (su templo en Tenochtitlan) no la
representa solamente en su calidad de diosa de la muerte, sino como una figura
sin cabeza, con lo que se expresa que la diosa de la tierra era al mismo tiempo
diosa de la luna; en muchos mitos se cuenta que ésta entabla una lucha a muerte
con el sol. También en la leyenda el dios Huitzilopochtli decapita a su hermana
enemiga que representa la luna.
Coatlicue, en náhuatl La de la Falda
de Serpientes, tuvo un hijo más aguerrido en lo que se representa como un
amanecer. Cuenta la leyenda que era una viuda piadosa que un día que barría el
templo y que bola de brillantes plumas que caída del cielo la fecundó.
Sus hijos e hijas, decidieron matarla
en atroz arrebato de ira, pero Huitzilopochtli, dios de la guerra, que nació en
el momento preciso y completamente armado lo primero que hizo fue matar a sus
hermanos y hermanas, hoy la luna y las estrellas.
La representación más importante de la
Coatlicue es la que se observa en el Museo Nacional de Antropología de México:
tiene pies y manos en forma de garras, una falda de serpientes entrelazadas y
el pecho cubierto por cráneos, manos y corazones humanos. La cabeza de la diosa
está sustituida por dos cabezas de serpientes encontradas, que simulan dos
chorros de sangre que brotan de su cuello cortado.
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