La respuesta es bastante sencilla: la
comida de avión no sabe mal porque sabe a rayos. Aun así, nos viene a la cabeza
la siguiente pregunta, y es por qué sabe tan mal la comida de aviones. Y la
respuesta también es fácil de saber, y es que aunque tienen cocina, solo está
reservada a la parte más exclusiva, y el resto nos tenemos que aguantar con una
especie de comida enlatada y precocinada. Cuando te acostumbras, no está tan
mal. Pero antes, te sabe a rayos y a los mil demonios.
La Universidad de Cornell ha estado
estudiando este sabor, y han encontrado una explicación: es el aire seco que
hay en las cabinas de los aviones lo que produce que la comida tenga este
sabor. Así pues, da igual qué es lo que comas. Tanto si es el plato favorito
hecho por tu madre, como si es algo nuevo, te sabrá mucho peor que cuando
tienes los pies en tierra.
Por supuesto, también está el hecho de
que se tiene que calentar, ya que las cocinas que hay en los aviones no pueden
tener salidas de humo, ni similares. Así que se calientan en hornos de
convección, y a partir de ahí, salen del paso.
Además, hay otros estudios, hechos por
las propias compañías aéreas, que determinan que las papilas gustativas se
duermen cuando les afecta el cambio de la presión por la altura. Por eso, la
percepción de dulces y salados se acaba reduciendo hasta un 30%. Es decir, no
es la comida del avión lo que sabe mal, sino que son nuestros propios sentidos
los que funcionan mal y no detectan bien el sabor.
Las propias compañías están intentando
solucionar esto. ¿Cómo? Eligiendo sabores más característicos para sus cartas.
Por ejemplo, se está intentando potenciar mucho más el sabor del tomate, ya que
al parecer, la presión de la cabina atrae el punto de sal de estos alimentos.
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