Tegucigalpa, Honduras
Cada cuatro años los habitantes del
mundo entero experimentamos cambios en nuestro calendario, y este 2016 es uno
de ellos. Un año bisiesto es el que suma 366 días en vez de los 365 de un año
común. Para ello se añade un día al mes más corto del año, febrero, que tiene
28, quedando este con 29 días para corregir el desfase que existe con la
duración real de un año, que es de 365 días y 6 horas aproximadamente.
Se hace cada cuatro años: en los años
múltiplos de cuatro (1992, 1996, 2000, 2004, 2008, 2012, 2016...); es decir, en
los que son exactamente divisibles entre 4 o entre 400.
¿Leyenda o realidad? Desde el tiempo
de los romanos, la creencia popular considera los años bisiestos como nefastos,
y de hecho, el refranero español refleja esta superstición: “Año bisiesto, año
siniestro”, “Año bisiesto, ni viña ni huerto”, “Año bisiesto, entra el hambre
en el cesto”, “Año bisiesto, ni casa ni viña ni huerto ni puerto”. Pero ¿son
realmente malos años? Quizás no tanto.El año bisiesto según la astrología La
mala fama de los años bisiestos no tiene razón de ser desde el punto de vista
de la astrología, ya que todos nacemos cuando el Sol está en un determinado
grado, minuto y segundo del Zodíaco, que es la forma de medir el paso del Sol u
otros planetas por las constelaciones. Cada signo tiene 30o y toda la rueda
zodiacal contiene 360o.Todos los años el Sol pasará por ese mismo grado
(retorno solar), aunque no siempre eso sucederá el mismo día. Por eso, no importa
que se haya nacido un 29 de febrero, ese momento coincidirá con un grado,
minuto y segundo de la constelación de Piscis. Simbología del año bisiesto
El significado del año bisiesto nos
aclara algunas cosas acerca de la influencia que pueda ejercer en nuestras
vidas.
Los años bisiestos son múltiplos de 4
y suelen promover períodos de abundantes eventos, de intensas experiencias, de
proyectos y proliferación de sucesos que no tienen por qué ser nefastos.
Las vivencias que se manifiestan
durante los años bisiestos buscan marcar nuestras vidas para crearnos
conciencia de algunas cosas importantes.
A menudo eso provoca grandes
movimientos que nos alertan de la necesidad de poner más atención en el
propósito de nuestra existencia, en ser más solidarias, generosas y compasivas.
El 4 es el número de la abundancia, de
la libertad, del optimismo y de la multiplicación. Otorga poder y posibilidades
de expansión. Pero la infravaloración o mala utilización de este poder también
facilita el abuso, la exageración, los excesos, la debacle o la proliferación
de calamidades de cualquier tipo, tanto en la naturaleza en nuestras
circunstancias personales.
Por otra parte, hay que decir que
desde el imaginario colectivo es donde se construyen y nutren las creencias que
dan vida a los vaticinios nefastos. Al atribuirle al año bisiesto tendencias
adversas, la tradición repetida crea un arquetipo, un modelo de pensamiento que
acaba por convertirse en realidad. Pero no hay una razón para ello, deberíamos
fijarnos más en los tránsitos planetarios.
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