Aunque queramos evitarles el
sufrimiento, los niños también deben atravesar el duelo a su manera. Debemos
apoyarles en todo momento y dejar que expresen sus sentimientos y se desahoguen.
Todos hemos tenido que lidiar con el
duelo alguna vez en nuestra vida.
Si ya como adultos no nos resulta
fácil, ¿qué ocurre con nuestros hijos? Tal vez creamos que no se dan cuenta de
las cosas, que entienden menos que nosotros.
No obstante, debemos desechar estos
pensamientos porque nuestros hijos también tienen que lidiar con el duelo.
No podemos sufrir por ellos
Llegados a este punto en el que somos
conscientes de que nuestros hijos también sufren ante un duelo, probablemente
te salga la necesidad de protegerlos y de sufrir por ellos. Sin embargo, esto
es algo que nunca podrás hacer.
Cada uno de nosotros experimenta el
dolor y nadie puede sufrirlo por nosotros.
¿Qué podemos hacer como padres?
Debemos enseñarle cómo vivir ese duelo de la manera más sana posible, para que
sea una experiencia que pueda superar.
Debes tener en cuenta que los niños
son muy dependientes y por eso la pérdida de un ser querido siempre los va a
dejar, de alguna manera, “desprotegidos”. Se sentirán vulnerables, faltos de
seguridad y de afecto.
Es necesario, entonces, darles mucho
amor y la seguridad que creen no tener.
Con estas sencillas acciones, podemos
ayudar a nuestros hijos a lidiar con el duelo, apoyándoles y haciéndoles saber
que estamos ahí para ellos. Pero, quizás esto no sea suficiente. Es entonces
cuando debemos llevar nuestra ayuda más allá.
La comunicación es fundamental
Hablar del tema de la muerte nunca es
algo fácil y mucho menos si acaba de fallecer un ser querido. A pesar de esto,
es muy necesario que hagamos un esfuerzo, al menos por nuestros hijos.
Ellos necesitan comprender una
situación que desconocen y que ha puesto su mundo patas arriba.
No podemos hablar de la muerte como si
de un adulto se tratase, pero debemos ser lo más concisos posibles, muy claros,
para que los niños nos entiendan y puedan comprender qué es realmente la
muerte.
Esto es algo difícil de hacer. La
mayoría de los padres tienen miedo a hacerles daño, pero más daño les está
haciendo manteniéndolos en la ignorancia.
Ponle ejemplos claros a tu hijo, como
puede ser la pérdida de una mascota. De esta manera, lo entenderá mejor. Además
de todo esto, debes tener en cuenta también la necesidad que tu hijo va a tener
de expresar sus sentimientos.
No todos tenemos la misma forma de
exteriorizar lo que sentimos. Algunos parece que no sienten nada, otros parece
que dramatizan demasiado, muchos optan por el silencio y tragarse todas las
emociones…
Esto tenemos que tomarlo en cuenta y
es nuestro deber ayudar a que nuestros hijos expresen las emociones y se
liberen del dolor.
¿Cuándo recurrir a un profesional?
Es posible que, en algunos casos, la
comunicación y ayudar a nuestro hijo a liberar las emociones no sea del todo
suficiente. Cuando esto ocurra, debemos llevarlo ante un profesional para que
ayude a nuestro hijo a superar ese dolor.
Pero… ¿cuándo sabemos que debemos
hacerlo?
Nuestro hijo sufre una tristeza tan
profunda que limita la realización de sus actividades diarias.
Sufre pesadillas, insomnio, no quiere
quedarse solo y presenta dificultades para comer.
Empieza a comportarse como un niño de
menor edad.
Nuestro hijo realiza imitaciones de la
persona que acaba de fallecer.
Manifiesta su interés y deseo de irse
con la persona fallecida.
Empieza a tener un claro desinterés
por sus amigos y por el juego.
Se niega a asistir a la escuela y
empieza a tener problemas en su rendimiento.
En estos casos, quizás a los padres se
les haga un poco grande la tarea de intentar solucionar el gran problema por el
que está pasando su hijo. La ayuda profesional siempre será una solución válida
y muy necesaria en estos casos.
Nunca, como padre, evites tratar el
tema de la muerte o intentes no darte cuenta de que tu hijo está sufriendo. Si
no le buscas ayuda, estos síntomas pueden agravarse y provocarle un problema
aún mayor, no solo ahora, sino en su futuro.
Ayuda a tu hijo a lidiar con el duelo,
porque él también lo sufre.
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