sábado, 23 de abril de 2016

MI PROBLEMA ES ESPERAR A QUE LOS DEMÁS ACTÚEN COMO YO LO HARÍA.


Aunque nos pueda parecer injusto, solo podemos esperar el 100% de nosotros mismos, ya que el resto de personas también tiene sus intereses y estos no siempre coincidirán con los nuestros.
No hay mayor fuente de sufrimiento que esperar a que los demás actúen como lo haríamos nosotros. Este, es un error en el que caen muchas personas y que, lo queramos o no, afecta a nuestro equilibrio emocional.
Cabe decir que todos nosotros solemos poner altas expectativas en las personas que más queremos, y lo hacemos así porque nos ofrece seguridad.
“Yo sé que mi pareja me apoyará porque yo lo haría por ella”.
Suponer, prever y, en esencial, esperar a que esa persona actúe como lo haríamos nosotros es un modo de “controlar nuestro mundo” y de estar seguros de determinadas cosas.
No obstante, las cosas no siempre suceden como pensábamos, y de ahí las decepciones. Queda claro que todos necesitamos de un porcentaje de seguridad en nuestra vida. De no tenerlo, no sabríamos a qué atenernos y sufriríamos.
Ahora bien, no debemos llevar al extremo estos pensamientos: no es adecuado pensar que el resto del mundo debe actuar de acuerdo a nuestros valores.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
El poder de las expectativas o esperar a que “tú actúes como lo haría yo”
Los padres y las madres aguardan a que sus hijos se comporten como ellos lo harían. Un amigo suele esperar a que nosotros les defendamos en toda situación y en todo problema. Un marido espera que su esposa actúe en todo momento según sus propias expectativas.
Estamos seguros de que en tus entornos más cercanos te habrás enfrentado a situaciones como esta. Son expectativas muy peligrosas que pueden acabar dañando profundamente a las dos partes. No es lo adecuado.

Veámoslo con detalle.


Si no actúas como yo espero me defraudas
Si no apoyamos a ese amigo en la iniciativa que tiene en marcha nos etiqueta de “falsos o de traicioneros”. Es muy posible que sus objetivos no sean acordes a nuestros valores o que, simplemente, en ese momento no podamos ayudarle por problemas personales.

Quien no es capaz de empatizar con las otras personas para entender sus realidades particularidades y su derecho a pensar diferente, es que no comprenden cómo funcionan las relaciones positivas basadas en la reciprocidad y el respeto.
Nadie tiene la obligación ni el deber de actuar de acuerdo a expectativas ajenas. De hacerlo, nos alejamos de nuestra personalidad y se vulnera nuestra autoestima.
La necesidad de tener el control en todos los ámbitos de nuestra vida
Hay quien no acepta la incertidumbre, el no saber qué va a ocurrir, el ver reacciones o actuaciones sobre las que no tiene control.
¿Cómo aceptar que uno de nuestros hijos nos diga que no desea hacer una carrera universitaria si es lo que siempre habíamos soñado?
¿Cómo asumir que un amigo nos diga que prefiere irse de vacaciones con sus compañeros de trabajo antes que con nosotros?
Las personas que no toleran que el resto de personas actúen de acuerdo a sus elecciones, sufren una alta frustración y decepciones que dañan mucho su autoestima.
En realidad, bastaría solo con ser más empáticos y, ante todo, dejar de prever cómo deberían actuar los demás basándonos solo en lo que haríamos nosotros.

No lo esperes todo de los demás, espéralo todo de ti mismo.


Derechos y obligaciones
Quien deja de esperarlo todo de los demás vive con más libertad y con más energía para centrarse en lo que de verdad es importante: esperarlo todo de uno mismo.
Tienes derecho a esperar a que los demás te respeten.
Tienes derecho a ser amado, pero no a controlar la vida de quien te quiere ni a dejar que los demás te controlen a ti.
Tienes derecho a esperar reciprocidad, pero no a confiar en que los demás estén de acuerdo con todas tus ideas, elecciones o valores.
Tienes derecho a luchar por tus sueños y a permitir que los demás alcancen los suyos a pesar de que estos sean muy diferentes a los que tienes tú.
Tienes la obligación de preocuparte de ti mismo, de cuidar de tus autoestima y evitar decepcionarse porque el mundo no reacciona como lo harías tú.
Tienes la obligación de ser “proactivo” de crear tu propia felicidad evitando depender al 100% de los demás. Acepta las negativas, asume que, de vez en cuando, puedan decepcionarte.
Entiende que también nosotros podemos decepcionar a los demás, y no por ello somos mejores o peores personas. Solo somos personalidades que intentamos ser felices de acuerdo a nuestras identidades, en libertad pero respetando siempre al prójimo.
Para concluir, debemos entender que no solo el mundo es caótico, también lo somos las personas, y pretender que los demás actúen al 100% como nosotros lo esperamos es una fuente de estrés y sufrimiento muy elevada.

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