Cuentan los zapotecas que hace
muchísimos años brotaron en tierra Mixe dos huevos místicos. Del primero nació
una serpiente que se ocultó en las entrañas de la tierra, donde se dedica a
comer rocas. Cuando come demasiado, se producen los temblores de tierra. Del
otro huevo, en cambio, nació un niño que se convirtió en hombre en un solo día.
Los mixes lo bautizaron Condoy y lo convirtieron en su rey.
Dicen que Condoy era capaz de las
hazañas más asombrosas, siempre y cuando las realizara de noche. Bajo la luz de
la luna, nada resultaba imposible para él.
Los zapotecas pronto aprendieron a
temer sus incursiones nocturnas: Condoy los atacaba con frecuencia, robándoles
alimentos que luego repartía entre su pueblo.
Sus hazañas pronto le valieron el mote
de Diablo entre el pueblo zapoteca.
Una noche, sin embargo, los zapotecas
consiguieron capturar al Diablo durante sus saqueos. Y a cambio de su libertad,
Condoy ofreció construir, en lo que quedaba de la noche, un puente para unir
las dos regiones zapotecas. Pero cuando su propuesta fue aceptada, puso una
condición: si conseguía además terminar el puente antes de que cantase el
primer gallo, se llevaría a su pueblo a la muchacha más bella que viviese entre
los zapotecas.
Sus captores fingieron aceptar esta
condición, pero comenzaron al mismo tiempo a urdir un plan para evitar
cumplirla. Así fue como el pueblo entero se congregó junto al río para ver a
Condoy construir el puente. Entre ellos, una bruja ocultaba un gallo bajo su
manto. Poco antes de que Condoy terminara el puente, la bruja hizo cantar al
gallo antes de su tiempo habitual. El Diablo había perdido la apuesta. Furioso,
Condoy emprendió la fuga y ya no pudieron volver a atraparlo. El puente quedó,
entonces, inconcluso. Y así permanece hasta hoy, en San Juan Tabaá, Oaxaca,
donde se lo conoce como Puente del Diablo.
Realmente, fueron los españoles los
primeros en construir puentes de piedra en América. Lo hacían porque el
material hace que el puente no requiera mantenimiento, tan sólo mucha mano de
obra para su construcción. Mano de obra que en este caso, no fue española sino
zapoteca. No resulta difícil imaginar al pueblo zapoteca madurando esta bella
leyenda durante las largas horas de trabajo forzado.
Después de todo, el Diablo parecía
haber llegado verdaderamente a sus tierras.
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