martes, 6 de marzo de 2018

A QUE EDAD SOMOS MAS CREATIVOS


Es probable que asociemos el ser creativo con la niñez, esa época de la vida en que todo es posible y no hay prejuicios que nos detengan de pensar en las formas más novedosas.

Hasta cierto punto, es cierto que es en la juventud cuando dejamos correr más libremente nuestra imaginación y creatividad; sin embargo, eso no significa que no podamos encontrar creatividad a cualquier edad.

A veces creemos que hemos dejado de ser creativos, recordamos aquellos tiempos en que no existían límites para nuestra imaginación, pero pasa el tiempo: la vida escolar que puede ser un poco restrictiva e impulsarnos a ciertos patrones de conducta y expectativa; la edad adulta, la rutina y las obligaciones. ¿Decae la creatividad? ¿Tiene fecha de vencimiento? ¿A qué edad somos más creativos?

Hay distintos estudios que se han cuestionado al respecto y si bien algunos señalan que con el paso de los años parecemos tener un menor interés en explorar y aprender cosas nuevas, nadie se logra poner de acuerdo con la edad en que podemos alcanzar nuestro punto más alto.

Sin embargo, no es una cuestión de edad; un punto en el que coinciden los especialistas es que estimular la creatividad es un ejercicio de constancia. Es necesario retarnos, no encerrarnos en situaciones aburridas y repetitivas, pues será muy difícil que practiquemos esa otra forma de ver el mundo si permitimos que la rutina bloquee nuestra vista.

Creatividad no se trata solo de la novedad, se trata  también de ver las cosas viejas desde una nueva perspectiva, no solo es inventar sino renovar. Nunca es demasiado tarde para retarnos a ver las cosas desde otro punto de vista.

La edad de la creatividad es cuando nos atrevemos a ver el mundo con nuevos ojos, cuando nos dejamos sorprender y cuando a pesar de la rutina, tratamos de mantener ese elemento de novedad y aprendizaje en nuestras vidas. En un sentido, es regresar a nuestro niño interior y volver a la curiosidad, al atrevimiento sin el temor al qué dirán.

Escrito por: Elena Pedrozo

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