Es probable que asociemos el ser
creativo con la niñez, esa época de la vida en que todo es posible y no hay
prejuicios que nos detengan de pensar en las formas más novedosas.
Hasta cierto punto, es cierto que es
en la juventud cuando dejamos correr más libremente nuestra imaginación y
creatividad; sin embargo, eso no significa que no podamos encontrar creatividad
a cualquier edad.
A veces creemos que hemos dejado de
ser creativos, recordamos aquellos tiempos en que no existían límites para
nuestra imaginación, pero pasa el tiempo: la vida escolar que puede ser un poco
restrictiva e impulsarnos a ciertos patrones de conducta y expectativa; la edad
adulta, la rutina y las obligaciones. ¿Decae la creatividad? ¿Tiene fecha de
vencimiento? ¿A qué edad somos más creativos?
Hay distintos estudios que se han
cuestionado al respecto y si bien algunos señalan que con el paso de los años
parecemos tener un menor interés en explorar y aprender cosas nuevas, nadie se
logra poner de acuerdo con la edad en que podemos alcanzar nuestro punto más
alto.
Sin embargo, no es una cuestión de
edad; un punto en el que coinciden los especialistas es que estimular la
creatividad es un ejercicio de constancia. Es necesario retarnos, no
encerrarnos en situaciones aburridas y repetitivas, pues será muy difícil que
practiquemos esa otra forma de ver el mundo si permitimos que la rutina bloquee
nuestra vista.
Creatividad no se trata solo de la
novedad, se trata también de ver las
cosas viejas desde una nueva perspectiva, no solo es inventar sino renovar.
Nunca es demasiado tarde para retarnos a ver las cosas desde otro punto de
vista.
La edad de la creatividad es cuando
nos atrevemos a ver el mundo con nuevos ojos, cuando nos dejamos sorprender y
cuando a pesar de la rutina, tratamos de mantener ese elemento de novedad y
aprendizaje en nuestras vidas. En un sentido, es regresar a nuestro niño
interior y volver a la curiosidad, al atrevimiento sin el temor al qué dirán.
Escrito por: Elena Pedrozo
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