Donají era la bella hija del rey
zapoteca Cosijopí, soberano indómito que defendía con fiereza a su pueblo de la
codicia de aztecas y conquistadores españoles. Donají vivía junto a su familia
en el espléndido palacio de Dani Dixhina, el Cerro Venado. Pero gustaba de
perderse en los bosques cercanos donde, olvidada de su alto rango, se deleitaba
con el simple rumor del viento o el canto de los pájaros. Su lugar favorito del
bosque era Guela Bupu, una cueva situada debajo de una espumosa cascada: el
lugar perfecto para un refrescante baño matinal.
Cierto día, Donají, admirada por la
belleza de los bosques, se alejó tanto que no consiguió encontrar el camino de
regreso. Tras intentar vanamente regresar a su palacio, la muchacha se recostó,
agotada, bajo un frondoso pochote, a cuya fresca sombra se quedó profundamente
dormida. Al despertar, la princesa no pudo reprimir un grito de terror: un
capitán español se encontraba de pie frente a ella. Sin embargo, el joven no
hizo ademán alguno de atacarla. Deslumbrado por la belleza de Donají, no había
atinado más que permanecer junto a ella, observándola fascinado. La muchacha,
espantada, echó a correr a través del bosque, y finalmente pudo regresar a su
hogar.
Pero al día siguiente, sin que ella se
explicara muy bien por qué, sus pasos volvieron a llevarla junto al viejo
pochote.
Allí la esperaba el joven capitán. Muy
pronto, pese a desconocer el idioma del otro, Donají y su español estaban
profundamente enamorados.
Pero los padres de la muchacha
preparaban su boda con el más fuerte y distinguido de los guerreros zapotecas.
Donají, valiente y decidida, rechazó ese noviazgo impuesto y rogó a su padre
que le permitiera unirse en cambio al capitán español. Pero el rey,
horrorizado, no hizo más que adelantar la boda, prohibiéndole que volviese al
bosque. Donají, entonces, subió a la cima de la cascada sobre su amada Guela
Bupu y se arrojó a la cascada.
Desde entonces, dicen que en las aguas
cercanas al lugar de la tragedia flota una jícara hermosa, pero que nadie puede
alcanzar. Como nadie pudo apoderarse por la fuerza del corazón de la bella
Donají, valiente y noble como toda la raza zapoteca.
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