En
México hay una versión más antigua de la Descarnada. No obstante, no es muy
conocida en el país como tal. Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo a las
afueras de Tenochtitlán, habitaba un valiente y celebre guerrero con su esposa,
ella no había podido darle aun descendencia, y eso fue suficiente para ser
despreciada por todas las personas del lugar.
Según
las tradiciones de los ancestros, cuando una mujer era infértil debían
expulsarla de la comunidad para evitar que su mal se esparciera sobre los demás
causándoles desgracias.
Afortunadamente,
su esposo era bueno, la amaba profundamente, y evitaba a toda costa que la
mandaran al exilio. Pero no pudo protegerla siempre, el fue enviado a la
guerra, justo en ese mismo día ella descubrió que por fin había sido favorecida
con un embarazo, corrió, intentando alcanzar a su marido para darle la noticia;
pero, las demás mujeres querían cumplir su tradición, la apedrearon a la salida
del pueblo, matando el retoño que apenas crecía en su vientre.
Tirada
casi inconsciente con un inmenso dolor en el corazón por haber perdido aquel
regalo de los Dioses, les rogó que la ayudaran en su venganza, sus plegarias
fueron escuchadas y le concedieron el poder de arrancarse la piel y despojarse
de sus carnes para aterrorizar a aquellas mujeres y después matar a sus hijos,
terminado el acto atroz, podría de nuevo vestirse con su apariencia normal y
así evitar cualquier tipo de sospechas. En siete noches logró acabar con muchas
de las mujeres que la apedrearon, no tuvo más tiempo porque su marido volvió de
la guerra.
Su
tarea no estaba terminada aun, así que a pesar de que su esposo había vuelto,
una noche se levantó a continuar con su reinado de terror, salió de su choza y
por allá entre los árboles, se quitó la piel y la carne como todas las noches,
ignorando que su marido la había seguido con cautela gracias a sus dotes de guerrero,
el hombre estaba ya espantado al ver a su esposa despojarse de la piel con
facilidad, dejando expuesta la carne viva y sangrante, para después deshacerse
de ella también, la imagen de por si era aterradora, y aumentó al verla
realizar aquellos actos de tortura sin remordimiento alguno, contra aquellas
mujeres que le había robado el mayor anhelo de su vida.
El
guerrero no podía soportar el sufrimiento de ver a su mujer convertida en un
ser maligno, así que se dirigió al árbol donde había escondido su piel, la tiró
al suelo y la llenó de sal. Al regresar de su cacería, la mujer se puso la
carne, después la piel, pero la sal le quemó todos los músculos, causándole un
dolor tan inmenso que ella terminó muriendo retorciéndose de agonía, despojada
de su carne con los huesos expuestos, fue donde recibió el nombre de La
descarnada.
Después
de su muerte se escuchaban aterradores alaridos y lamentos cuando una mujer
daba a luz, que la gente atribuía al espíritu de aquella mujer, que envidiaba a
todas aquellas mujeres que tenían lo que a ella le fue arrebatado con tanta
saña.
Nunca
nadie había vuelto a ver a la Descarnada, solo se podían escuchar sus gritos,
pero hace algo de tiempo un grupo de hombres vio en los senderos que hay en las
faldas del Popocatépetl, una figura humana, sangrante con la carne a plena
vista, sin piel que la cubriera, que caminaba mientras gritaba con un dolor
profundo.
En el
estado de Oaxaca, recibe el nombre Xonaxi Queculla, la cual era una deidad
zapoteca de la muerte, que era representada con los brazos descarnados.
Atractiva a primera vista, pero de cerca se transforma en un esqueleto humano
que mata a los hombres para llevarlas al inframundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario