A continuación,
veremos una decena de mitos y leyendas vascas, en las cuales podemos encontrar
elementos relevantes del folclore tradicional de dichas tierras.
Generalmente
hacen referencia a elementos naturales centrados en el monte, el bosque y las
criaturas que en ellos habitan, junto con personajes y seres mitológicos
surgidos en la antigüedad, propios de la cultura vascona (los habitantes de los
territorios que conforman el País Vasco en tiempos previos a los romanos)
aunque también con influencias celtas y adaptaciones propias del cambio de
creencias religiosas (como por ejemplo, la llegada y adopción del cristianismo
como religión mayoritaria).
1. La
diosa Mari, en Txindoki
Las
creencias religiosas de los vascones y de la población vasca hasta la llegada
del cristianismo incluían la creencia en diversas deidades, siendo una de las
más importantes la diosa Mari. Esta deidad era un ente femenino el cual tenía
poder sobre las tormentas y sobre la naturaleza (hasta el punto de que en
ocasiones se confundía con la diosa madre de la Tierra, Amalur) y que solía ser
cruel ante la mentira o el orgullo. S decía que tenía su principal hogar en las
cuevas del monte Amboto, si bien disponía y se iba moviendo entre los distintos
montes.
Dice la
leyenda que tras varios años sin pasar por el monte Txindoki, la deidad Mari
volvió a visitar su hogar en dicha elevación. La llegada de la deidad no fue
algo desconocido: un caballo volador en llamas la transportaba, y su llegada
venía acompañada de lluvias hasta que la deidad llegaba a sus aposentos.
Un día
una pastora llevó el rebaño de su amo a la falta del monte, para al llegar la
tarde reunirlas y volver a casa. Pero al contarlas se dió cuenta de que le
faltaba una, temiendo que hubiese subido hasta la cima. Pese al miedo de que la
deidad la castigara, la pastora inició el ascenso en búsqueda del animal, al
cual encontró a la entrada de una cueva cerca de la cima.
Pero la
joven encontró también en ella a la deidad. La diosa se encontraba hilando, y
procedió a pedirle a la pastora su colaboración en su tarea. A cambio, le
prometió que la recompensaría y que un día tendría su propio rebaño. La pastora
aceptó, y pasó los siguientes siete años aprendiendo no solo a hilar sino
también cosas como el lenguaje de los animales, así como ayudando a la diosa.
Tras dicho tiempo, la deidad le dió un enorme trozo de carbón antes de
desaparecer. Al salir de dicha cueva la pastora se dió cuenta de que el carbón
había pasado a ser oro, con el cual pudo comprarse su propia casa y rebaño.
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2. La
leyenda del Basajaun y el trigo
Existe
en la mitología vasca un ser de gran tamaño, peludo y de gran fuerza, con un
pie humanoide y otro en forma de pezuña, y que a menudo es llamado el yeti
vasco: el Basajaun. Este ser, de gran fuerza e ingenio, es considerado el
protector de la naturaleza y el ganado, y protagoniza numerosas leyendas (a
veces considerando una única criatura y en otros haciendo referencia a dos o
más miembros de una misma especie de genio). Una de ellas, en la cual se habla
del origen de la agricultura, es la siguiente.
En un
tiempo anterior a que la humanidad conociera la agricultura o la ganadería y en
la que empezaban a establecerse las primeras poblaciones por la región, uno de
los primeros asentamientos humanos vascos se formó en el monte Gorbea. En lo
alto de dicha montaña vivián también los Basajaun, los cuales dominaban
agricultura y ganadería y vivían cómodamente. A pesar de que los humanos
pasaban gran hambruna, los Basajaun se negaban a compartir sus conocimientos
con los humanos.
Pero un
día el joven Otxando decidió hacer algo para cambiarlo. Otxando se acercó al
territorio de los Basajaun, los cuales estaban cosechando trigo en sus campos y
juntándolos en gavillas. Allí, los desafió a saltar por encima de las gavillas,
manifestando poder saltar más que los enormes seres. Estos, sorprendidos,
aceptaron el reto. Mientras que los grandes y poderosos Basajaun saltaban sin
dificultad, Otxando no dejaba de caer sobre ellas, perdiendo y recibiendo
burlas por parte de dichos seres.
El
joven volvió a la aldea. Sin embargo, al quitarse los zapatos y sacudirlos, diversas
semillas que se habían quedado enganchadas cayeron al suelo. Estas semillas
serían plantadas, y gracias a ellas nacerían los primeros campos de trigo
sembrados por seres humanos, siendo origen de alimentos como el pan.
Otra
versión nos cuenta cómo fue Martiniko quien realizó el mismo desafío a Basajaun
en una cueva con el fin de obtener el grano, con idéntico resultado.
Posteriormente, este acudiría a la misma cueva con el fin de entender cómo
sembrarlo, algo que descubriría al escuchar a estas criaturas cantar una
canción en la cual inadvertidamente lo explicaban.
3. El
toro rojo: Zezengorri
Otra
criatura mitológica de las leyendas vascas es Zezengorri, el toro rojo. Este
ser, un espíritu que guarda la entrada de su cueva, se caracteriza por expulsar
fuego por la boca y la nariz y puede llegar a atacar a aquellos que perturban
las cuevas, en las cuales guardan los tesoros de la diosa Mari. Una leyenda
menciona a este ser en relación a la cueva Atxulaur, en el monte Itzine.
Cuenta
la leyenda que hubo una vez un ladrón que habitaba la cueva de Atxulaur,
llegando a lo largo de los años a acumular un gran tesoro. Sin embargo, el
ladrón se desplazaría hacia nuevas tierras (concretamente tierras francesas)
para continuar robando, un viaje en el que terminaría por ser apresado y
finalmente asesinado.
Tras la
muerte del ladrón, hubo quienes quisieron entrar a la cueva en búsqueda del
tesoro. Sin embargo, el espíritu del ladrón se aparecía en cada ocasión en
forma de toro rojo e ígneo, ahuyentándolos. Estas personas acabaron por
descubrir que los restos del ladrón estaban aún lejos de su hogar.
Fueron
a recuperar sus huesos y los trajeron de vuelta al lugar donde el hombre había
vivido: los lanzaron a la entrada de la cueva, hundiéndose estos al instante.
Hecho esto, el animal dejó de atemorizarles y les permitió el acceso, pudiendo
ya el ladrón descansar en paz y quienes buscaban su tesoro recuperarlo.
4. La
leyenda de Mariurrika
Una
leyenda que nos narra la importancia de la familia y de protegerla por encima
de consideraciones materiales, nos ofrece una crítica a la codicia y a la vez
se vincula a la geografía del País Vasco es la de la leyenda de Mariurrika, la
cual reza lo siguiente.
Existió
en una ocasión un rey de Navarra el cual se comprometió a dar a su hija Doña
Urraca en matrimonio con el hombre que consiguiera derrotar a uno de sus
súbditos. A este desafío respondería Pedro Ruiz, señor de la casa de Muntsaratz
de Abadiano, el cual logró salir victorioso y conseguir la mano de la princesa.
Con el paso del tiempo el matrimonio tuvo dos hijos, Ibon y Mariurrika.
Mariurrika
era la más pequeña, a la par que odiaba a su hermano más mayor, el cual era el
primogénito y futuro heredero. Sin embargo, y con el fin de hacerse con la
herencia, la muchacha planificó junto a una criada acabar con la vida de su
hermano: decidieron hacer una excursión junto con él al monte Amboto. Allí lo
emborracharon, para una vez en estado de embriaguez y dormido empujarle con el
fin de que se despeñara, cayendo y muriendo en el acto. Muerto Ibon, Mariurrika
volvió al hogar fingiendo que la muerte de su hermano había sido un accidente.
Aunque
se envió a un grupo para recuperar el cadáver, este nunca fue encontrado. Sin
embargo, al llegar la noche Mariurrika empezó a tener fuertes remordimientos de
conciencia y una vez dormida tuvo pesadillas en que su hermano muerto se le
acercaba y señalaba, acusandola de su muerte. Al despertar, la joven se vio
rodedada por un grupo de genios malignos conocidos como ximelgorris (espíritus
maléficos), que habían acudido a buscarla. Mariurrika desapareció esa misma
noche para no volver, existiendo rumores de que habita en el monte en que mató
a su hermano o que fue arrojada a la sima de los espíritus perdidos.
5. La
creación del Sol, la Luna y la eguzkilorea
El Sol
y la Luna son astros muy importantes para el ser humano, siendo habitual que
las diferentes culturas hayan realizado mitos y leyendas con respecto al
momento de su creación. La mitología vasca no es la excepción. Curiosamente, la
leyenda que habla de su creación también hace referencia a la creación de una
flor típica y tradicional en la cultura vasca: la eguzkilorea. Se trata de una
flor que ha sido utilizada tradicionalmente por el pueblo vasco como amuleto de
protección contra el mal, siendo también conocida como la flor del sol. La
leyenda que nos cuenta los orígenes de estos elementos es la siguiente.
Hace
miles de años, cuando la humanidad solo empezaba a poblar la Tierra, el mundo
estaba sumido en una constante oscuridad: ni el Sol ni la Luna existían. El ser
humano estaba aterrorizado por las numerosas criaturas mitológicas con las que
debía convivir y que no cesaban de atacarles desde la más completa oscuridad.
Por ello rezaron desesperados a Amalur, la gran Madre Tierra, en búsqueda de
ayuda y protección. La insistencia de los humanos hizo que al final Amalur
decidiera ayudarles creando la Luna, como un ente luminoso que les permitiera
ver.
Aunque
al principio se aterrorizaron, terminaron por acostumbrarse. Sin embargo las
brujas, genios y otras criaturas también se acostumbraron, volviendo a
aterrorizar a la humanidad. Esta volvió a recurrir a Amalur, rezando por una
protección más poderosa. El planeta reaccionó creando el Sol, y con él el día y
los vegetales.
La
humanidad se acostumbró a este astro, mientras que la mayoría de criaturas que
les acosaban no. Pero estas aún salían de noche, algo que hizo que las personas
pidieran ayuda por tercera vez. La Tierra decidió volver a responder, por
última vez: creó la eguzkilorea o flor del sol, la cual puesta en las puertas
durante la noche hace que las criaturas nocturnas piensen que están ante el Sol
y no se acerquen temiendo su luminosidad.
6. El
culebro de Baltzola
Una
leyenda que nos cuenta una historia centrada en la cueva de Baltzola, en la que
se observan elementos como la protección a la naturaleza así como las
repercusiones y la retribución de los propios actos con el paso del tiempo.
Cuenta
la leyenda que dos hermanos, Joxe y Santi, se acercaron un día a la cueva de
Baltzola atraídos por la leyenda que decía que las lamias guardaban en ella un
tesoro. Al llegar allí vieron a una serpiente de gran tamaño, dormida, en la
entrada. Santi, el más joven y alocado, le lanzó una piedra con tal suerte que
le cortó parte de la cola antes de que la sierpe lograra huir. Joxe, el mayor,
recriminó dicho acto a su hermano y le obligó a dejar en paz al animal. Ambos
decidieron volver a casa.
Muchos
años después, Joxe tuvo que emigrar con el fin de hacer fortuna. Pese a que
medró en dicho lugar, no dejaba de echar de menos su hogar. Pero un día llegó
un hombre al que le faltaba una pierna y, cogiéndole de la mano, lo transportó
de nuevo a Baltzola. Allí y antes de desaparecer el hombre le dijo que para que
no tuviera que volver a marcharse, le hacía entrega de una caja con oro,
mientras que le regaló un cinturón para su hermano. Joxe fue en busca de su
hermano pequeño, contándole lo que había pasado.
Tras
darse cuenta que el hombre sin pierna en ningún momento había utilizado nada
para sostenerse, Santi decidió por casualidad atar el cinturón a un árbol, el
cual de repente empezó a arder. Tras mirarse, ambos comprendieron que el hombre
no era otro que la serpiente a quien Santi había mutilado años atrás y a quien
Joxe había defendido.
7. La
leyenda del perro negro
Los
animales más cercanos al ser humano protagonizan también múltiples leyendas. En
el caso del perro, a menudo se ha relacionado con leyendas en que se tornan
guardianes del espíritu de los muertos o incluso en que son almas en pena. Una
de las leyendas protagonizadas por un perro es la siguiente.
Dice la
leyenda que había una vez un joven bizkaino a punto de casarse estaba en el
proceso de repartir las invitaciones a la boda. Durante su camino pasó por
delante del cementerio, en la cual vio una calavera caída en el suelo. El joven
le propinó una patada, diciendo de forma burlesca que ella también estaba
invitada. Al poco tiempo, sin embargo, se dió cuenta de que un gran perro negro
le perseguía, mirándole de tal modo que se asustó. Tras volver a casa le contó
a su madre lo que había ocurrido, la cual le recomendó que rápidamente fuera a
hablar con el anciano brujo de la ciudad en busca de consejo.
Rápidamente
el chico corrió a verle, y el anciano le contó que el perro era el guardián del
cadáver al que pertenecía la calavera y que pretendía vengar la ofensa
cometida. Sin embargo, le indicó que para subsanar el entuerto cogiera al perro
y durante el banquete le sirviera siempre en primer lugar, antes que a los
invitados. Llegó el día de la boda y el joven hizo lo que se le indicó, dándole
al perro los mejores bocados siempre en primer lugar a pesar de las críticas de
los invitados. Tras hacerlo, el perro le indicó que había hecho bien, pues con
ese gesto su dueño (el muerto) había decidido perdonarle. Tras ello, el can
desapareció.
8. La
leyenda del Paseo de los Caños
Algunas
leyendas vascas de gran antigüedad no solo hablan de elementos naturales, sino
que también hacen referencia a la orografía de partes concretas de ciudades,
como la que transcurre en el Paseo de los Caños de Bilbao.
Dice la
leyenda que en dicho paseo pueden observarse unas extrañas huellas causadas por
la carrera entre un ángel y el diablo por el alma de una joven local. La
muchacha era una chica de dieciocho años que siempre había vivido en penurias y
que solía rezar a Dios para reunirse con él.
Pese a
que el diablo siempre la intentaba tentar, esta nunca cedió. A su muerte, le
fue enviado un ángel para llevarla al cielo, pero también el diablo acudió:
ambos corrieron detrás del alma la joven, dejando la carrera de ambos marcas en
el suelo del paseo. Finalmente, fue el ángel quien alcanzó el alma de la
muchacha, llevándola a los cielos.
9. La
lamia enamorada y el pastor
Otras
de las criaturas más populares de la cultura vasca precristiana son las lamias.
Si bien en otras culturas estos seres son casi vampíricos y demoníacos, las
propias de la cultura vasca se diferencian a que originalmente estas criaturas
eran entes semejantes a ninfas o sirenas, a menudo con características
antropomórficas tales como como pies de pato o colas de pez y de carácter
benevolente, pese a que pueden enfurecerse si se les roba el peine y que no son
capaces de pisar tierra consagrada. Existen muchas leyendas al respecto, siendo
la que aquí presentamos una leyenda centrada en el amor.
Dice la
leyenda que un pastor, tras llevar a su rebaño al monte, escuchó un melodioso
canto que le hizo olvidarse de sus animales para buscar a quien cantaba.
Encontró en medio de un río a una hermosa joven, peinándose con un peine de
oro. El pastor le pidió de inmediato matrimonio, a lo que ella accedió.
El
pastor volvió al pueblo y se lo contó a su madre, quien preocupada pidió
consejo. Recibió como respuesta la recomendación de que el hijo mirara a los
pies de la joven antes de terminar de decidir si casarse, con el propósito de
valorar si era humana o lamia. El chico volvió al monte a ver a su amada, observando
sin embargo que sus pies eran palmeados y propios de un pato: era una lamia. El
joven pastor volvió tristemente a casa, donde enfermó y deliró durante un
tiempo con su prometida. Finalmente, murió.
La
joven lamia, tras enterarse, corrió a casa de su enamorado para amortajarle con
una sábana de oro y despedirse. Intentó seguir el cortejo fúnebre, pero no pudo
participar en la ceremonia al no poder entrar en suelo consagrado. La muchacha
lloró con tanta fuerza que terminaría por generar un manantial en el lugar
donde sus lágrimas cayeron.
10. El
unicornio de Betelú
Los
unicornios son criaturas que están presentes en una gran cantidad de mitologías
y que se asocian a la virginidad y la pureza, pero dentro de la mitología y las
leyendas vascas únicamente se conoce un ejemplo de leyenda en la que
participen. La leyenda dicta lo siguiente.
El rey
de Navarra Sancho el Magnánimo y su esposa doña Aldonza habían tenido dos hijas
de gran belleza: Violante y Guiomar. Un día, llegó al castillo del rey un
caballero que se enamoró de Guiomar, un amor que fue correspondido. Sin
embargo, el caballero partió a la guerra y murió durante esta, algo que
deprimió a la joven.
Tiempo
después la reina murió, algo que dejó al rey Sancho tremendamente dolorido
hasta el punto de que poco a poco empezó a enfermar de gravedad, estando cada
vez más débil. Pese a que ningún médico consiguió ayudarle, un anciano indicó
que la única manera para curarle era preparar una pócima que él conocía, pero
que requería de un ingrediente especial: debía ser bebido a través del cuerno
de un unicornio.
Afortunadamente,
el anciano conocía dónde había uno: en los bosques de Betelú. Pero un unicornio
es un ser de gran poder y difícil captura, que únicamente aceptaría acercarse a
una doncella que no haya experimentado el amor ni las penurias de este. Las
únicas que podrían conseguirlo serían pues Violante y Guiomar.
La
primera se acercó decidida al bosque, pero al oir relinchar al mítico ser
quedaría aterrorizada y huiría de vuelta al castillo. Guiomar entonces, dado el
cada vez más peligroso estado de salud del rey, decidió ir ella a por la
criatura pese a saber que su sufrimiento por el amor del caballero la ponía en
peligro. Guiomar acudió con varios ballesteros al bosque, indicándoles que en
caso de ataque disparan al unicornio. La mujer encontró al unicornio, pero al
acercarse a este el animal la atacó y la atravesó con su cuerno, matándola en
el acto antes de que los ballesteros pudieran hacer algo.
Estos llevaron el cadáver de Guiomar y el cuerno de vuelta al castillo. Pese a que el anciano pudo hacer el brebaje y consiguió que el rey se recuperara de su enfermedad, el monarca acabó falleciendo pocos después ante la muerte de su amada hija
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