En primer lugar, lo ideal es siempre bañar a tu mascota con agua tibia. El agua muy fría o muy caliente puede afectar a su organismo. Tienes que tener todo a mano, no abandonarlo en ese menester. Tienes que tener cuidado de no filtrar agua en sus oídos, en ese caso puedes tapárselos con algodón o simplemente tener mucho cuidado.
Lo mojas desde el cuello a la cola. La cabeza lo dejas para después, pues exige un mayor cuidado y meticulosidad. Pásale el jabón por el lomo y luego en las patas. Jamás, por supuesto, le enjabones la cara.
Luego le quitas el jabón con rigurosidad, es decir, como para que no quede en ningún rincón algún resto. Después lo secas. Si es que tienes secador de pelo, es recomendable que desde bien chiquito ya lo tengas acostumbrado a usarlo.
Sabemos que la humedad, con el tiempo, puede producir algunas enfermedades, por lo que el secado no es una parte menos importante en el proceso. Finalmente lo cepillas, para que se caigan todos aquellos pelos que han quedado sueltos tras el baño.
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