Una
joven muy práctica y estudiosa de métodos rápidos y fáciles para todo, busca a
uno de sus maestros y le dice:
- Maestro, ya me siento lo suficientemente madura para ser madre. Estoy planeando embarazarme dentro de poco tiempo.
El maestro le responde:
- ¿Ya aprendiste a lidiar con las esperas?
'Sí ', le dice ella.
- Por supuesto que sé que tendré que pasar por nueve meses de espera, pero me siento bien preparada para enfrentar esa fase.
El maestro la mira con una cariñosa sonrisa y se pone a hablar:
- De todas las esperas, esos nueve meses será la menor de todas. Después del nacimiento de tu hijo deberás saber esperar por la hora precisa para dejar de amamantarlo; por el momento en que él consiga caminar solito sin llamarte cada vez que se cae; por la habilidad de comunicarse con palabras sin que tú tengas que ser su intérprete; por el tiempo que ya consiga hacer pipí (entre otras cosas)
en el lugar adecuado y no en ti o en los demás...
La joven solamente escucha con atención... y el maestro continúa:
- ... tú deberás saber esperar a que él regrese "sano y salvo" de la escuela todos los días, sin angustiarte; llegada la adolescencia, deberás saber esperar que él vuelva rápido para la casa, si no lo hiciera en el horario en que ofreció regresar; después de casado deberás saber esperar que él aparezca los domingos o que llame por teléfono de vez en cuando.
Nacidos tus nietos, es muy probable que tú, a título de "colaboración", debas comenzar todo de nuevo.
¿Y ahora? ¿Estás preparada?
Enrollando los dedos en un rizo sobre su oreja, la joven responde:
- Pensándolo mejor, antes voy a hacer un curso sobre el Arte de Saber Esperar.
Maestro, ¡Ser Mamá es un Arte!
- Maestro, ya me siento lo suficientemente madura para ser madre. Estoy planeando embarazarme dentro de poco tiempo.
El maestro le responde:
- ¿Ya aprendiste a lidiar con las esperas?
'Sí ', le dice ella.
- Por supuesto que sé que tendré que pasar por nueve meses de espera, pero me siento bien preparada para enfrentar esa fase.
El maestro la mira con una cariñosa sonrisa y se pone a hablar:
- De todas las esperas, esos nueve meses será la menor de todas. Después del nacimiento de tu hijo deberás saber esperar por la hora precisa para dejar de amamantarlo; por el momento en que él consiga caminar solito sin llamarte cada vez que se cae; por la habilidad de comunicarse con palabras sin que tú tengas que ser su intérprete; por el tiempo que ya consiga hacer pipí (entre otras cosas)
en el lugar adecuado y no en ti o en los demás...
La joven solamente escucha con atención... y el maestro continúa:
- ... tú deberás saber esperar a que él regrese "sano y salvo" de la escuela todos los días, sin angustiarte; llegada la adolescencia, deberás saber esperar que él vuelva rápido para la casa, si no lo hiciera en el horario en que ofreció regresar; después de casado deberás saber esperar que él aparezca los domingos o que llame por teléfono de vez en cuando.
Nacidos tus nietos, es muy probable que tú, a título de "colaboración", debas comenzar todo de nuevo.
¿Y ahora? ¿Estás preparada?
Enrollando los dedos en un rizo sobre su oreja, la joven responde:
- Pensándolo mejor, antes voy a hacer un curso sobre el Arte de Saber Esperar.
Maestro, ¡Ser Mamá es un Arte!
Silvia Schmidt
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