¿Cuántos, al sentirse
necesitados de ayuda, pensarían en mi seguros de encontrar, de mi parte, algo
de acogida?
Tenemos a nuestro alrededor tantas personas: familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos. El número será mayor o menor. Lo que importa es la calidad.
Se presenta una situación difícil. Hay que pedir ayuda. Si tenemos suerte, con cierta rapidez somos capaces de escoger a quién solicitar ese favor. En otras ocasiones, empezamos a repasar nombres y nombres y los vamos descartando uno a uno...
Sí: no siempre encontramos a la persona justa para un asunto concreto. A veces, por la complejidad del tema. Otras veces, es triste reconocerlo, porque los que parecían ser amigos no lo son tanto...
Podríamos aplicar la mirada hacia nosotros mismos: ¿cuántos, al sentirse necesitados de ayuda, pensarían en nosotros? ¿Cuántos nos llamarían por teléfono, enviarían un mensaje, confiarían de palabra ese asunto seguros de encontrar, de nuestra parte, algo de acogida?
En la vida es muy hermoso saber que contamos con personas disponibles para hacernos un favor. Algunas, incluso, son capaces de desvivirse por darnos una mano. Encontrarse con alguien así alivia el alma y da confianza.
Si resulta tan bello tener cerca a amigos disponibles, ¿no será hora de revisar mis actitudes? ¿Son las de un ser ensimismado, egoísta, pequeño de alma, o la de un corazón grande, sencillo, disponible, abierto a las peticiones de otros?
Al responder a esas preguntas, quizá descubra que llega la hora de cambiar. Me lo pide Dios, que también necesita mujeres y hombres generosos y alegres para llevar su Amor a los hombres. Me lo piden tantas personas que, en las mil encrucijadas de la vida, necesitan encontrar, en la lista de sus "contactos" y "amigos" a alguien, realmente, disponible y bueno.
Tenemos a nuestro alrededor tantas personas: familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos. El número será mayor o menor. Lo que importa es la calidad.
Se presenta una situación difícil. Hay que pedir ayuda. Si tenemos suerte, con cierta rapidez somos capaces de escoger a quién solicitar ese favor. En otras ocasiones, empezamos a repasar nombres y nombres y los vamos descartando uno a uno...
Sí: no siempre encontramos a la persona justa para un asunto concreto. A veces, por la complejidad del tema. Otras veces, es triste reconocerlo, porque los que parecían ser amigos no lo son tanto...
Podríamos aplicar la mirada hacia nosotros mismos: ¿cuántos, al sentirse necesitados de ayuda, pensarían en nosotros? ¿Cuántos nos llamarían por teléfono, enviarían un mensaje, confiarían de palabra ese asunto seguros de encontrar, de nuestra parte, algo de acogida?
En la vida es muy hermoso saber que contamos con personas disponibles para hacernos un favor. Algunas, incluso, son capaces de desvivirse por darnos una mano. Encontrarse con alguien así alivia el alma y da confianza.
Si resulta tan bello tener cerca a amigos disponibles, ¿no será hora de revisar mis actitudes? ¿Son las de un ser ensimismado, egoísta, pequeño de alma, o la de un corazón grande, sencillo, disponible, abierto a las peticiones de otros?
Al responder a esas preguntas, quizá descubra que llega la hora de cambiar. Me lo pide Dios, que también necesita mujeres y hombres generosos y alegres para llevar su Amor a los hombres. Me lo piden tantas personas que, en las mil encrucijadas de la vida, necesitan encontrar, en la lista de sus "contactos" y "amigos" a alguien, realmente, disponible y bueno.
Autor:
P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
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