Si el resto de tus rutinas no son las
adecuadas es más que probable que tus esfuerzos con respecto al ejercicio no
den los resultados esperados.
Te has apuntado a un gimnasio para
hacer ejercicio y no faltas a ninguna sesión… Cada vez entrenas más y te
superas día a día.
Sin embargo, a la hora de comparar los
datos que arroja la balanza, te das cuenta de que no pierdes ni un gramo
(incluso hasta puedes haber engordado).
¿Por qué sucede esto? Muchas personas
no pueden bajar de peso aunque hagan ejercicio y eso tiene una explicación. En
este artículo te lo contamos.
Ejercicio y bajar de peso no siempre
van de la mano
Es verdad que la actividad física es
uno de los pilares al momento de adelgazar pero, por supuesto, no es el único.
Hacer ejercicio y no bajar de peso es
un problema muy habitual, sobre todo en las primeras semanas de empezar el
entrenamiento.
Esto desmotiva a aquellos que ponen
todas sus energías y esfuerzos en verse mejor y en perder esos kilos de más.
Incluso algunos claudican a los pocos días de comenzar porque creen que no
podrán cumplir sus objetivos.
Las personas que no están
acostumbradas al deporte o las que están realizando una rutina o disciplina
nueva suelen tener este problema.
En tu cuerpo suceden varios procesos
cuando te estás ejercitando. Por ejemplo, detecta que le faltan elementos para
afrontar la rutina y, para ello, crea más tejido muscular.
Además, acumula más energía en forma
de glucógeno. Estos cambios hacen que la báscula no descienda. A su vez, el
aumento de proteínas retiene agua y eso se traduce en más peso.
Y no solo los músculos son los que
aumentan volumen, sino también el tejido conectivo. Este se hace más grueso
para poder soportar el ejercicio.
En resumen, el cuerpo se protege y
prepara para hacerle frente al esfuerzo que requiere la rutina en el gimnasio o
academia.
El organismo precisa más energía para
que los ejercicios se puedan realizar como corresponde.
Si a eso le sumamos el hecho de que el
volumen de sangre puede aumentar hasta medio litro en los primeros días de
rutina, no es extraño que, en lugar de adelgazar, aumentemos de peso aunque
hagamos deporte.
Más razones por las que ejercito y no
adelgazo
Además de las cuestiones biológicas
que suceden en nuestro interior desde que empezamos con el entrenamiento,
debemos tener en cuenta otros factores que pueden estar impidiendo la obtención
de resultados satisfactorios.
Si la actividad elegida es demasiado
“suave”, si el esfuerzo es leve y si el gasto energético no es suficiente,
entonces no podemos pretender bajar de peso en pocas sesiones.
Esto sucede, por ejemplo, con el yoga,
el pilates, las caminatas por el parque o pasear al perro alrededor de la
manzana.
Por otra parte a muchas personas les
sucede que, debido al ejercicio físico, tienen más apetito. Esto se debe a que
el cuerpo precisa recuperar las energías y calorías que ha perdido durante la
rutina.
Si apenas sales del gimnasio te
quieres comer todo, quizás el gasto que hiciste en la clase se “tire por la
borda” y lo recuperes (o hasta lo superes) con la comida posterior.
Una de las excusas más comunes de
aquellos que hacen ejercicio es “me alimento más porque he quemado muchas
calorías en el entrenamiento de hoy”.
O quizás se dan el gusto de consumir
ciertos alimentos grasosos o azucarados “porque ya cumplí con mi ejercicio
diario”. Adoptar esa actitud lleva a consumir más calorías de las quemadas y,
por lo tanto, la suma siempre es positiva en lugar de negativa.
Debemos combinar la actividad física
con una dieta adecuada
Por ejemplo, una hora de gimnasia de
dificultad moderada nos hace gastar aproximadamente 300 calorías.
Un combo completo en un
establecimiento de comida rápida tiene en promedio 700 calorías. Si al terminar
la rutina nos vamos a comer a este sitio, en vez de perder 300 calorías…
¡ganaremos 400!
Así, si creemos que con solo hacer
deporte es suficiente y que la alimentación no debe cambiar, estamos
equivocados.
Si queremos bajar de peso hay varios
factores que nos pueden ser de ayuda:
Cambiar nuestra dieta (añadir más
frutas y verduras, dejar de lado los fritos y azúcares) beber al menos 2 litros
de agua al día
¿Has analizado el hecho de que es
posible que no adelgaces porque tu peso es el correcto?
Cuando el índice de masa muscular es
normal, te alimentas de forma adecuada y haces deporte no excesivo no tienes
por qué reducir kilos.
Quizás durante las primeras sesiones
sí veas un cambio en tu cuerpo pero luego “todo volverá a la normalidad”. Tal
vez lo que precisas son ejercicios para tonificar los músculos y no para bajar
de peso.
Otras cuestiones que te impiden bajar
de peso
Los problemas hormonales pueden ser
otro de los motivos por los cuales no adelgazas aunque hagas deporte varias
veces a la semana.
En el caso de que también estés
llevando una alimentación saludable y no consigas resultados puede que se deba
a problemas de la glándula tiroides.
Ciertos desequilibrios en la
producción de hormonas pueden impedir la pérdida de peso e incluso hacerte
engordar.
Por último, una mala recuperación
puede ser una razón para no conseguir los resultados esperados.
Si apenas sales del gimnasio llegas a
casa y te tumbas en el sofá para mirar televisión, o te duermes una gran
siesta, el cuerpo se “relaja demasiado” y, en vez de reducir la grasa, la
almacena.
En lugar de descansar por completo te
recomendamos que sigas en movimiento, aunque sea haciendo las cosas de la casa.
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