No puedes hacer nada peor que esto: reducir a un ser a la categoría de una cosa. Y eso es lo que hace la posesión. Sólo las cosas se pueden poseer. Puedes estar en comunión con un ser. Puedes compartir tu amor, tu poesía, tu belleza, tu cuerpo, tu mente. Puedes compartir, pero no puedes hacer negocios. No puedes regatear. No puedes poseer a un hombre o a una mujer.
Pero todo el mundo está intentando hacer eso por toda la tierra.El resultado es este manicomio que llamamos planeta Tierra.
Intentas poseer, algo naturalmente imposible, que no puede suceder por la naturaleza misma de las cosas. Entonces sufres. Cuanto más intentas poseer a una persona, más intenta esa persona volverse independiente de ti, porque toda persona nace con el derecho de ser libre, de ser él mismo o ella misma.
Estás invadiendo la intimidad de la persona, que es el único lugar sagrado del mundo. Ni Israel es sagrado, ni La Meca es sagrada. El único espacio sagrado en el verdadero sentido de la palabra es la intimidad de una persona, su independencia, su ser.
Si amas a una persona, nunca invadirás. Nunca intentarás ser como un detective, ser un mirón, espiando la intimidad de la otra persona. Respetarás la privacidad de la otra persona. Pero mira lo que hacen los llamados amantes, los maridos y mujeres, novios y novias. Lo único que hacen, las veinticuatro horas, es encontrar maneras de invadir, de entrar en el mundo privado de la otra persona. No quieren que la otra persona tenga privacidad. ¿Por qué?
Si la persona tiene independencia, privacidad, individualidad, tienen miedo. Puede que esa persona mañana ya no los ame, porque el amor no es algo estancado. Es un momento, no tiene nada que ver con la permanencia.Puede que continúe por toda la eternidad, pero básicamente el amor es un fenómeno del momento. Si sucede de nuevo al momento siguiente, eres bienaventurado. Si no sucede, deberías estar agradecido de que, al menos, sucedió antes.
Permanece abierto; quizás pueda suceder otra vez, si no con esta persona, entonces con otra. La cuestión es el amor. El amor debería seguir fluyendo, no debería detenerse.
Pero, en su ignorancia, la gente empieza a pensar: "Si esta persona se me escapa de las manos me voy a pasar el resto de mi vida sediento de amor". Y no sabe que al tratar de sujetar a esta persona permanentemente en cautiverio, estará sediento. No tendrá amor.
No puedes obtener amor de un esclavo. No puedes conseguir amor de tus posesiones; de tu silla, de tu mesa, de tu casa, de tus muebles, no puedes obtener amor.
Sólo puedes conseguir amor de un ser libre cuya individualidad respetes, cuya libertad respetes. Este momento de amor ha sucedido a causa de la libertad del otro. No lo destruyas tratando de poseerlo, tratando de sujetarlo.
Deja que el otro sea libre, y permanece libre tú mismo. No dejes tampoco que nadie te posea. Poseer o ser poseído, ambas cosas son nefastas. Si eres poseído pierdes tu alma misma.
Amamos pero sucede que nuestro miedo a que nos dejen de amar nos vuelve desconfiados, temerosos, egoístas... Sellamos una unión a través del matrimonio: Tú eres mía, yo soy tuyo... Hasta que la muerte nos separe... y no es la muerte la que separa a la pareja muchas veces es la falta de amor.
Un día sin darnos cuenta el corazón no vibra de la misma manera, tampoco sentimos emoción ante la persona que ayer amamos... Entendemos la relación hombre-mujer como un pacto en donde todo debe contarse, en donde los dos deben ser vasos comunicantes de todo lo que les sucede, entendemos que el amor es tener al otro, que si amamos la otra persona pasa a ser de nuestra propiedad.
Yo soy tuya... Tú eres mío... y no es así... El amor es lo que une, no un decreto, no una obligación. Es un sentimiento que solo se concibe en libertad, ¿y qué es la libertad? Dejar que cada uno pueda desplegar sus alas porque siente ganas de volar, dejar que disfrute de sus momentos íntimos, de ese encuentro consigo mismo, de una música, de un libro, de un deporte, de...En cambio como si fuera una cosa ejercemos nuestro dominio sobre ella, pero no es una cosa es una persona quien está a nuestro lado.
Cuando en una pareja una de las partes deja de amar, es un golpe profundo, un dolor punzante, un querer tomarlo entre los brazos y no dejarlo ir... Y ¿para qué nos sirve que se quede? ¿Es sano? Si no nos aman más, ¿es grato dormir al lado de esa persona? si está vacío de amor por nosotros ¿se justifica su presencia en nuestra vida?... ¿Vamos a optar por tener a alguien como a un objeto cuya frialdad, su falta de sueños, y de proyectos nos lleve a vivir en una agonía lenta? No... Soltemos a quien no nos ama, como soltamos a un ave que clama por su libertad.Si amamos, si realmente amamos, nuestro amor seguirá vivo en cada uno de nosotros y tendremos una nueva oportunidad de ser felices, de ser amados.No nos cerremos al amor, al contrario siempre estemos abiertos para darlo y también para recibirlo.
Dice Osho: El amor es bello y divino, y todos los amores son formas de Dios, así que ¿por qué obsesionarse con una forma cuando esa forma no está obsesionada contigo?
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