La coyolxauhqui en la leyenda
En la tradición oral mexica Coyolxauhqui fue una diosa lunar. Hija de la
Diosa de la Tierra Coatlicue, la de la Falda de Serpientes, patrona de la vida
y la muerte, hermana del Dios Sol Huitzilopochtli y de los Centzon Huitznáhuac,
los Cuatrocientos Biznagas. Esta hermosa diosa instigó a sus hermanos a que
diesen muerte a su madre por considerarla deshonrada. En efecto, Coatlicue se
había embarazado cuando un plumón de colibrí cayóle en el seno mientras se
encontraba barriendo su templo, situado en el poblado de Coatepec. Indignada y
celosa, la Luna quiso matar a su madre; pero, aun antes de nacer el que fuera
su hermano Huitzilopochtli, se dio cuenta del peligro que corría su madre y él
mismo. Así pues, se apresuró a nacer y vino al mundo adulto, vestido, con
armas, completamente pertrechado. Se le llamó Hijo de Colibrí o Colibrí
Hechizado. Armado con una serpiente de fuego, la Xiuhcóatl, decapitó a
Coyolxauhqui. La cabeza de la mala hija quedó en la ladera de la montaña donde
tuvo lugar el trágico suceso, y su cuerpo se fue fragmentando mientras rodaba
hacia la sima. Es desde entonces el símbolo de la muerte mensual de la Luna a
manos del victorioso Sol, y el renacimiento de la diosa en cada fase lunar. A
los Centzon Huitznáhuac el Sol los persiguió hasta que los destruyó dándoles
muerte. Fray Bernardino de Sahagún nos relata respecto a la muerte de la diosa
lunar: Y el dicho Huitzilopochtli dijo a uno que se llamaba Tochancalqui que
encendiese una culebra hecha de teas que se llamaba Xiuhcóatl, y así la encendió
y con ella fue herida la dicha Coyolxauhqui, de que murió hecha pedazos, y la
cabeza quedó en aquella sierra que se dice Coatepec y el cuerpo cayose abajo
hecho pedazos.
Su representación pétrea nos muestra a
Coyolxauhqui con gotas de sangre que escurren de sus miembros heridos que
permiten ver sus coyunturas óseas. Coyolxauhqui, La Luna, usaba una serpiente
de dos cabezas amarrada en la cintura, la cual remataba en un cráneo en su
espalda. Sus brazos y muslos ostentaban el mismo adorno. Sus talones se adornaban con máscaras de un
animal con colmillos. Solía la diosa tocarse con un gran penacho de plumas y
círculos que acomodaba en sus negros cabellos. Sus orejeras formaban figuras
geométricas, y su rostro se engalanaba con cascabeles en sus mejillas.
Otra versión legendaria afirma
que Coyolxauhqui simbolizaba a un grupo
de mexicas que se encontraba en desacuerdo político con otro grupo. Los dos
bandos pelearon por conseguir el poder y ganó el contrario al de la diosa
lunar. Su derrota quedó simbólicamente plasmada en la escultura que de ellos
hizo el bando contrario presentándola completamente desmembrada. Los guerreros
que lograron huir, fueron convertidos en estrellas por los dioses.
Leyenda mexicana prehispánica Para
otros estudiosos de la diosa Luna, ésta representaba el poder femenino que
reinaba en tiempos matriarcales de la sociedad mexica. Al terminarse éste en
manos de los hombres - quienes tomaron el poder para ya nunca dejarlo-, la
fuerza femenina quedó desarticulada y, ante este hecho, la Coyolxauqui,
simbólicamente, se desmembró, tal y como aparece en el disco encontrado en el
Templo Mayor ubicado en el centro de la Ciudad de México.
Para la doctora Carmen Aguilera, esta
extraordinaria diosa es más que una diosa lunar, es nada menos que la Vía
Láctea de los mexicas. Nos cuenta que los símbolos que se encuentra en su
escultura circular, nos presentan unos senos pletóricos de leche, y pliegues en
el vientre que hacen suponer una mujer recién parida. Es la madre de las
estrellas, ya que en su cabeza presenta el nombre de citlali, que significa
exactamente estrella en lengua náhuatl. Y agrega la investigadora que en el
disco de la escultura, aparecen ojos de la noche, que no son otra cosa sino las
estrellas.
El descubrimiento de la Coyolxauhqui
El 21 de febrero de 1978, se encontró
un monolito que representaba a la Coyolxauhqui mutilada de brazos y piernas,
con gotas de sangre en sus extremidades, en la esquina de las calles de
Guatemala y Argentina en el centro histórico de la Ciudad de México, muy cerca
de las ruinas del Templo Mayor. Lo encontraron unos trabajadores de la Compañía
de Luz y Fuerza del Centro. Uno de tales trabajadores declaró a la revista
National Geographic de diciembre de 1980: Mi pala pegó con algo duro, una
piedra. Limpié algo de tierra con mi guante, así, y vi que la piedra era rojiza
y que estaba labrada en relieve. Le hablé a mi compañero Jorge, y quitamos más
tierra. No sabíamos lo que habíamos encontrado, pero lo reportamos a nuestro
jefe de grupo y los ingenieros… Cuando se estaba construyendo el Metro, los
periódicos hablaban de muchos descubrimientos del tiempo de los aztecas. Y
claro, en la escuela mis maestros hablaban mucho de esas cosas.
En seguida se dio aviso al Instituto Nacional
de Antropología e Historia, y el Departamento de Salvamento Arqueológico envió
a los pasantes de arqueología Rafael Domínguez, Raúl Arana y A, García Cook a
revisar la escultura. Se empezaron los trabajos de rescate del monolito y de
las cinco ofrendas que se encontraron cerca de él.
La piedra de la Coyolxauhqui tiene un
diámetro aproximada de 3.25 metros, su espesor es de 30 centímetros, su peso de
8 toneladas, y está fabricado en roca volcánica andesita de lamprobolita de
color rosado, procedente de la zona norte de la Cuenca de México. Su
elaboración corresponde a la etapa constructiva IVb del Templo Mayor mexica
durante el mandato del tlatoani
Axayácatl (1469-1481), en el Posclásico Tardío. Actualmente se puede ver
el monolito en la Sala 4 del museo del Templo Mayor. Esta maravilla del arte
mexica está a la disposición de todo aquél que quiera solazarse con su belleza
y aprender algo más de nuestra historia antigua.
Sonia Iglesias y Cabrera
Fuente: Coyolxauhqui, La de los
Cascabeles en las Mejillas
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