Aquellos que nos quieren saben cómo
somos, por lo que no tenemos necesidad de demostrar nada. Conocen nuestros
límites, y que su libertad acaba donde empieza la nuestra.
La necesidad de demostrar a los demás
determinadas cosas para conseguir aceptación o reconocimiento es una fuente de
estrés poco adecuada.
La valentía de demostrar quiénes somos
y lo que deseamos
Demostrar quién eres y lo que quieres
es una técnica de supervivencia muy necesaria. Es como marcar un territorio,
ahí donde los demás deben saber hasta donde pueden llegar y qué es lo que se
van a encontrar en caso de sobrepasar esas líneas.
Dejar muy claro desde el inicio cuáles
son nuestros valores y qué es lo que estamos dispuestos a soportar y qué no es
una información muy necesaria para quienes nos rodean. Facilita las cosas y,
por supuesto, la convivencia.
Las personas que no llegan nunca a
marcar límites, dejan paso para que los demás sobrepasen esas líneas pidiendo
un poco más, esperando que siempre estén a su disposición sin respetar siquiera
sus derechos o necesidades.
Lejos de ver este tema como una
especie de acto egoísta que nos aísle del mundo, hemos de verlo más bien como
“una celebración de nosotros mismos”.
En el momento en que tenemos claro lo
que somos, lo que queremos y lo que no estamos dispuestos a permitir, aparece
una adecuada tranquilidad interior, y nos relacionamos mucho mejor.
Ahora bien, queda claro que para
convivir, en ocasiones, no tenemos más remedio que llevar a cabo determinadas
acciones con las cuales fortalecer el vínculo o, sencillamente, cumplir con la
propia sociedad.
No obstante, siempre hay un límite,
que son los valores propios y, sobre todo, la dignidad personal. Cuando nos alejamos
de estos puntos y nos vemos obligados a demostrar cosas que no son auténticas,
corremos el riesgo de sufrir una crisis de identidad o una depresión.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Demostrar autenticidad es una forma de
libertad y de bienestar
Un “NO” supone en ocasiones temer
hacer daño a alguien, o aún más, decepcionar a una persona que queremos. A
pesar de ello, esta palabra es esa llave capaz de abrirnos infinitas puertas y
oportunidades.
Porque un “NO” a tiempo es un “SÍ” en
el instante más adecuado. Pensemos en un sencillo ejemplo. Mantenemos una
relación de pareja muy complicada y, a pesar de que hay amor, lo único que
conseguimos son lágrimas e infelicidad.
Un “NO” en el momento justo, aunque
nos cueste y sea algo muy duro, es darnos una oportunidad para empezar de nuevo
y dejar de hacernos daño. Sin embargo, en caso de continuar con ello, lo que
estaremos haciendo será alejarnos de nosotros mismos y caer cautivos del
sufrimiento inútil.
Además, somos plenamente conscientes
de que también los demás tienen todo el derecho a ser auténticos, espontáneos y
a mostrarse ante nosotros con sinceridad y sin falsedades.
Nadie debe sentirse obligado a
aparentar algo que no es.
Sé quién soy y me siento libre.
La indecisión, la inseguridad y una
baja autoestima nos aboca a una continua búsqueda de aceptación exterior con la
cual sentirnos bien. No es lo adecuado.
Quien busca la aprobación de los demás
cae en una espiral de infelicidad muy peligrosa. Son esas personas que buscan
agradar o complacer siempre a sus parejas “porque solo así se sienten bien”.
Son personalidades incapaces de dar
una negativa a la familia, aunque ello vaya en contra de sus principios, porque
temen por encima de todo decepcionar o dar una imagen diferente de la que sus
padres, por ejemplo, tienen de él.
Todo ello nos puede hacer caer en una
falta de autoestima tan grave que dejemos de tener una imagen positiva, fuerte
y auténtica de nosotros mismos. Nuestra mirada está tan puesta en el exterior,
que dejamos de atendernos y, quien no se atiende, se descuida y se pierde
Podríamos decir que la vida es, ante
todo, un reencuentro con nosotros mismos donde, una vez alcanzamos esa
“conexión interior”, podemos ser capaces de establecer relaciones más
satisfactorias con los demás.
Es entonces cuando nos encontramos los
unos a los otros en libertad, siendo conscientes de los derechos de cada uno,
de la magia de construir proyectos en común sintiéndonos libres pero
intensamente unidos a la vez.
Te recomendamos leer “yo no elegí mi
depresión, no me juzgues o me etiquetes por ello“
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