Al contrario que en los cuentos, en la
vida real las historias no siempre terminan bien. No obstante, la magia está en
saber disfrutar de los pequeños instantes de felicidad.
A todos nos han inculcado desde niños
que los cuentos siempre tienen finales felices. Es como si el mundo encontrara
su armonía en esa última página donde todo llega a un desenlace satisfactorio e
ideal.
Parejas que disfrutan de una felicidad
eterna, problemas que se resuelven y seres malvados que acaban desapareciendo
por arte de magia.
No obstante, hemos de tener en cuenta
que ni los cuentos originales de Charles Pierrot ni los de Christian Andersen
eran tan inocuos como los que nos presenta Walt Disney. Las princesas de los
cuentos originales no siempre se casaban y “comían perdices”.
Sin embargo, la mente infantil y
también la adulta necesita de ese equilibrio y esa idea para creer que todo lo
que hagamos va salir bien y que nos va aportar una felicidad, cómo no, eterna.
Ahora bien, es necesario ser
prudentes, realistas y, ante todo, no idealizar determinados conceptos como el
de las relaciones afectivas. Hoy en nuestro espacio te invitamos a reflexionar
sobre ello.
Los mejores cuentos no tienen por qué
tener siempre finales felices
Estamos seguros de que tendrás más de
un recuerdo que, a pesar de no haber tenido un final precisamente feliz o
idílico, consideras que mereció la pena vivir o
haber experimentado.
Esa relación que tantas lágrimas te
trajo en tu adolescencia, que tanto te costó superar y que, sin embargo, tanto
te enseñó… Aún a día de hoy la guardas en tu memoria como un instante mágico
que te gusta recordar.
Es solo un ejemplo, porque todos
nosotros disponemos de esas vivencias que no salieron como esperábamos pero de
las que no nos arrepentimos.
Porque al fin y al cabo, “los mejores
cuentos” no tienen porqué tener finales felices para ser grandes cuentos.
Grandes historias.
Ser feliz sin tanto cuento
Tal Ben-Shahar es psicólogo, profesor
de Harvard y un conocido escritor de éxito gracias a diversos libros que nos
enseñan cómo ser felices.
Por extraño que nos parezca, el tema
de cómo dar instrumentos a las personas para que sean capaces de alcanzar un
mayor bienestar personal es algo relativamente nuevo, pero que desde siempre ha
suscitado un gran interés.
El propio doctor Ben-Shahar, con
libros como La búsqueda de la felicidad es un claro ejemplo de este tema, y un
reflejo de cómo la población suele buscar respuestas a estos vacíos existenciales
a través de estas publicaciones y estos enfoques basados en la Psicología
Positiva.
El doctor Ben-Shahar enfatiza, ante
todo, la necesidad de no creer en cuentos felices, de no sostener la falsa idea
de que debemos aspirar a una felicidad eterna y permanente.
Lo primero que debemos hacer es no
alimentar las grandes expectativas, ni aún menos buscar la perfección. Se trata
más bien de ser un poco más humildes, realistas y, ante todo, saber apreciar lo
que tenemos ahora.
Un error en el que caen muchas
personas es en focalizar su felicidad en “lo que desean conseguir” (una pareja
para toda la vida, una casa perfecta, un trabajo ideal…)
Soñar no es malo, crear expectativas
tampoco, pero es mejor si lo hacemos en su justa medida y siendo prudentes, con
los pies bien puestos en el suelo.
Los cuentos (las altas expectativas,
las fantasías, los falsos ideales) son nuestras propias cárceles de crecimiento
personal. Cuando uno no logra lo que él mismo se ha propuesto, llega la sombra
de la infelicidad.
Así
que… ¿y si nos conformamos con un poco menos?
Tu mejor momento es ahora
Otro error en el que solemos caer es
en focalizar todos nuestros sueños y felicidades en el día de mañana.
Cuando tenga esto podré hacer lo otro,
cuando encuentre a la persona perfecta me sentiré completo, cuando por fin
tenga vacaciones me encontraré feliz y tranquilo.
Este tipo de razonamientos no son
adecuados ni saludables para nuestro bienestar emocional. Podemos posponer
tareas, actividades y citas, pero nuestra felicidad nunca debe posponerse.
Tu mejor oportunidad es ahora. En
lugar de pensar que serás feliz solo cuando encuentres a la persona perfecta,
intenta serlo ahora con lo que eres, con lo que tienes junto a ti.
No necesites a nadie para sentirte
bien. Siéntete bien ahora, contigo mismo.
En lugar de pensar siempre en las
vacaciones como ese instante en que por fin podrás encontrar la calma y hacer
frente al estrés, busca instantes de tranquilidad cotidianos al final de la
jornada.
Será más terapéutico y ganarás en
salud.
Para concluir, los cuentos son un buen
recurso literario con el cual incentivar la imaginación de los niños, pero la
mente adulta debe saber que para ser feliz no es adecuado aspirar a esa
perfección mágica que nos trasmiten estas obras.
Los grandes momentos no siempre acaban
bien, pero son maravillosos instantes que merecen vivirse, y la vida, al fin y
al cabo, solo son instantes.
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