CUENTAN QUE UNA VEZ, EN EL LEJANO
JAPÓN, VIVIÓ UN JOVEN SAMURAI LLAMADO YOSHINARI. ERA VALIENTE Y DE NOBLE
CARÁCTER Y TENÍA UNA ESPECIAL FACILIDAD PARA CONTAR HISTORIAS MARAVILLOSAS. AL
EMPERADOR LE GUSTABAN MUCHO ESCUCHAR LOS CUENTOS DE YOSHINARI ANTES DE
DORMIRSE, ASÍ QUE, CADA NOCHE, EL SAMURAI ERA LLAMADO A PALACIO PARA QUE LE
ENTRETUVIERA CON SUS RELATOS.
PERO OCURRIÓ QUE UNA NOCHE, EL
EMPERADOR, PREOCUPADO POR LAS CUESTIONES DE ESTADO, NO PODÍA DORMIR Y PIDIÓ A
YOSHINARI QUE LE CONTARA MAS HISTORIAS QUE DE COSTUMBRE, Y EL SAMURAI LE
REFIRIÓ, UNO TRAS OTRO, TODOS LOS CUENTOS QUE, SIENDO NIÑO, LE CONTARA SU
ABUELO, QUIEN LO HABÍA ESCUCHADO DE SU PADRE, QUE A SU VEZ LO HABÍA OIDO DE
BOCA DE SU ANCIANO BISABUELO. YOSHINARI TERMINÓ SUS RELATOS AL ALBA CUANDO EL
SOL ASOMABA YA TÍMIDAMENTE POR DETRÁS DE LAS MONTAÑAS.
AQUELLA HABÍA SIDO UNA NOCHE
LARGA, MUY LARGA; PERO "LA NOCHE DEL SAMURAI", COMO LUEGO FUE
LLAMADA, QUEDÓ PARA SIEMPRE GRABADA EN LA MEMORIA DEL PUEBLO NIPÓN.
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