Según una antigua y bella leyenda
Sioux para que una pareja perdure y sea feliz los dos miembros deben volar
juntos uno al lado del otro pero jamás atados, jamás siendo esclavos. Porque el
amor auténtico no encadena, sino que une dos individualidades en un mismo
proyecto sin que ninguno de los dos tenga que renunciar a su propio ser, a su
propia identidad.
Resulta curioso como la antigua
sabiduría de los nativos americanos sigue a día de hoy, inspirándonos con sus
historias, con sus leyendas a instantes mágicas, pero capaces siempre de
favorecer en nosotros un valioso despertar al contarnos hechos que de algún
modo, continúan siéndonos útiles y significativos. De entre toda esta
antropología de saberes, es casi siempre el pueblo Sioux quien más nos han
aportado gracias a su vasto tesoro cultural.
A ellos les debemos por ejemplo la
leyenda del atrapa sueños, y a ellos también este regalo en forma de fábula
donde se nos da una lección sencilla pero rotunda sobre cómo se construye una
relación de pareja estable y feliz. A su vez, y como dato de interés, cabe
recordar que tenemos a nuestro alcance el apasionante libro “Cuentos y leyendas
de los indios Sioux” de Zitkala-Ša.
Esta interesante autora fue la primera
india sioux educada en occidente, defensora también de las tradiciones de su
pueblo, violinista y ante todo activista. Es ella quien nos aportó a principios
del siglo XX parte de su legado cultural
a través de unos textos sencillos a la vez que maravillosos, donde se encuentra
esta deliciosa leyenda en la que ahora queremos profundizar.
El amor, el individuo y la pareja para
los Sioux
Cuenta una vieja leyenda que una joven
pareja de indios Sioux acudió una mañana a visitar al chaman de su poblado.
Vivían cerca de Paha Sapa, las actuales
Colinas negras, consideradas sagradas para este pueblo. El joven era un
valiente guerrero, y en su corazón habitaba la honorabilidad y la nobleza por
igual. En Nube alta, la muchacha de ojos rasgados y cabellera abundante,
también brillaba la decisión y ante todo, ese amor profundo por el que iba a
ser su esposo.
La razón por la que se habían decidido
a visitar el chaman era muy importante para ellos: tenían miedo, temían que su
compromiso, que ese amor devoto y firme que ahora se profesaban se rompiera de
alguna forma. Temían incluso fallecer y no poder encontrarse en el más allá.
Deseaban que el anciano brujo les diera un remedio, un sortilegio o un conjuro
para que su amor fuera eterno.
El reto
El viejo chaman los miró unos
instantes a ambos con su rostro aguileño y cuajado de años. Se fumó unas
cuantas pipas, arrugó el ceño, se aclaró la voz para después, coger la mano de
la muchacha:
-Si deseas conservar a tu lado a tu amado
durante largo tiempo deberás emprender un viaje. No va a ser fácil, te lo
advierto. Subirás a esa colina que ves allá al fondo y cazarás con tus propias
manos a un halcón, el más fuerte, el más hermoso. Después, deberás traerlo
aquí vivo el tercer día después a la
Luna llena.
A continuación, el chaman se volvió
hacia el joven guerrero.
-En cuanto a ti, debes saber que tu
tarea va a ser igual de compleja y sacrificada. Tienes que subir la montaña más
alta de nuestro poblado y cazar un águila. La más bella, la más vigorosa, la
más salvaje. Deberás traerla aquí el mismo día que tu amada.
El resultado
La joven muchacha sioux y su amado
cumplieron con el reto propuesto por el anciano chaman. Ella llevaba en una
bolsa de piel a un halcón. El joven guerrero, portaba a su águila. La más
hermosa, la más fuerte. Cuando llegaron hasta el viejo brujo, ambos preguntaron
cuál iba a ser el siguiente paso: ¿Sacrificar a las aves y bañarnos con su
sangre, quizá?-preguntaron.
– Ahora debéis hacer lo que os digo:
coged a las aves y atadlas con una tira de cuero por las patas. De manera que
una quede atada a la otra y viceversa. Después, deberéis soltarlas para que
vuelen libres.
Cuando ambos cumplieron con lo
ordenado, se quedaron atónitos y sin palabras al ver el resultado. Cuando las
dos aves intentaron alzar el vuelo, lo único que consiguieron fue caer una y
otra vez. Frustradas y llenas de ira, empezaron a picotearse la una a la otra.
El viejo chaman fue hasta ellas y las
soltó. Este es el conjuro que voy a daros: aprended de lo que acabáis de ver.
Si os atáis el uno al otro, aunque sea con amor, lo único que vais a conseguir
es arrastraros, lastimaros y ser infelices. Si deseáis que vuestro amor
perdure: volad juntos bien alto pero jamás atados. Porque el verdadero amor une
pero no encadena.
La pareja emocionalmente ecológica:
juntos pero nunca atados
“Juntos pero no atados” , de Jaume
Soler y Mercè Conangla es otro libro igual de interesante que profundiza a la
perfección en esta idea central que nos aporta la antigua leyenda Sioux. Lo que
nos proponen estos autores es que seamos capaces de construir lo que ellos han
denominado una adecuada “ecología emocional”.
“La capacidad de reír juntos… eso sí
que es amor”
-Françoise Sagan-
En el complejo reto de afianzar una
relación de pareja estable, feliz, madura y enriquecedora, es necesario
equilibrar fuerzas y espacios y crear una alquimia donde “ser uno sin dejar de
ser dos”. Es necesario a su vez, no perder nunca el territorio de la identidad,
el espacio del amor propio, el jardín de la autoestima y ese salón privado
donde habitan los propios sueños y todo aquello que nos define.
Por otro lado, y para concluir, cabe
recordar también que esta leyenda y el propio principio de ecología emocional,
puede aplicarse a cualquier tipo de relación, ya sea en una amistad e incluso
en un vínculo paterno-filial. Porque al fin y al cabo, en cualquier unión
estamos obligados a salvaguardar los espacios individuales para poder preservar
así la magia de esa alianza.
Vale la pena recordarlo.
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