jueves, 12 de septiembre de 2019

CARTA A MI YO DEL FUTURO



No te imagino. Por más que lo intento soy incapaz de saber a dónde has ido a parar o qué demonios estarás haciendo. Me pregunto si habrás acabado la universidad, si estarás trabajando en lo tuyo y si al final te has tenido que ir fuera o si encontraste algo aquí, cerca de casa.

Me pregunto cómo serás, cómo te habrán tratado los años. Engordaste, ¿verdad? No, mejor no me lo digas.

Cuéntame que todavía queda mucho de mí en ti. Me gusto. Me gustó muchísimo y odiaría que me dijeras que he ido desapareciendo poco a poco, que si me hablaran de ti sería imposible creer que soy yo y que todo lo que soy ahora se perdió por el camino. Te prohíbo que eso ocurra. Me lo prohíbo aquí y ahora.

Pero, en fin, ¡cuéntame!

¿Sigues buscando a esa persona o la has encontrado ya? ¿Es tan increíble como creíamos que iba a ser? Seguro que sí. Apuesto a que te despiertas cada mañana preguntándote qué hicimos para que se enamorara de nosotros. Ya podías decirme cuánto falta más o menos para eso… así me despreocupo hasta entonces. Anda que no me ahorraría quebraderos de cabeza, ya me entiendes.

No, no pares, dime cada cosa que has vivido y cuéntame de aquello que has perdido. Háblame del mundo que me espera, de los que se han ido y de los que están por llegar. Dime quién se fue cuando te hizo falta y quién estuvo ahí en los malos momentos. Dime quién sí y quién no, incluso dime quién nunca más.

Cuéntame que sabes más, que no te has parado, que no te has limitado a mirar pasar la vida por la ventana y que te has bajado en cada estación, que has volado alto y que ya sabes por fin a qué saben las nubes.

Dime que nuestro pasado forma parte de tu presente y que cada día que te miras al espejo sigues viendo a aquel niño que un día fuimos. No le olvides a él, ni a mí. No olvides quién eres, quién somos.

No dejes que el mundo te cambie, pero no te olvides de cambiar el mundo. Nada es demasiado grande, nada está demasiado lejos. Hace mucho que aprendimos que del esfuerzo nacen las alegrías y que los caminos se acortan cuando se recorren con una sonrisa en el corazón.

Sigue haciendo lo que te haga feliz. Vive tus sueños, los cuales espero sean nuevos y que los que yo tengo ahora mismo ya los hayas vivido tiempo atrás. Cumple objetivos y luego márcate unos nuevos, como hemos hecho siempre.

Ármate. Nadie te amará nunca de la forma en la que tú mismo lo haces. Ya lo decía la abuela: “si no te quieres tú… quién te va a querer”. Si no quieres hacerme caso a mí, al menos hazle caso a ella.

No cambies, al menos no demasiado. Bueno, da igual, cambia si quieres, pero sigue siendo tú, ya me entiendes. No me pierdas por el camino. A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que la vida no es tan larga como nos parecía al principio, así que no te olvides de dónde vienes, porque allá donde vayas yo siempre iré contigo.


Escrito por Alejandro Ordoñez

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