El 20 de julio de 1955 se dio la
noticia del fallecimiento del actor Joaquín Pardavé, dejando algunos mitos
sobre su muerte.
Se decía que Pardavé sufría de ataques catalépticos,
condición que dificulta delimitar con claridad entre la vida de la muerte.
Cuando Don Joaquín se convirtió en presa de este terrible mal, su médico no se
encontraba en México y al revisarlo, todo coincidía que ya había muerto.
El actor fue velado y posteriormente
sepultado en el lote de actores del panteón Jardín, de la Ciudad de México.
De esto surge una leyenda urbana, al momento de dar lectura al testamento, se
dan cuenta los interesados que el documento fue enterrado junto con el histrión
en el bolsillo de su saco, por lo que prosiguieron a realizar a la exhumación.
Al sacar toda la tierra, quitar las
losas que protegían el ataúd, este quedó visible y al retirar la tapa vieron
algo escalofriante.
La tela que cubría el ataúd estaba
manchada de sangre, el actor estaba boca abajo, como buscando apoyo para romper
su claustro y abrirse paso entre las toneladas de tierra que lo separaban de la
vida. Sus dedos rígidamente contraídos, que habían acabado con la piel de su
cara dejándola rasgada y manchada de sangre; pero era muy tarde, nada podía
hacerse más que lamentar una terrible angustia. ¿Había sido enterrado vivo?
Hace unos años un sobrino del actor
dijo que su tío había muerto por un derrame cerebral, lo cual certifico su
médico de cabecera.
¿Mito o realidad?
¿Mito o realidad?
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